CRÍTICA: Pasado, presente y futuro se suben al escenario

Pasado, presente y futuro se suben al escenario en Todo el tiempo del mundo

Pablo Messiez ha puesto en pie una reflexión sobre el olvido y la importancia de las palabras inspirada en la figura de su abuelo.

 Por Laura Auzmendi


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El tiempo, en todas sus formas, cobra vida sobre el escenario de la sala Max Aub del Matadero, Naves del Español. Si el presente está pasando, el futuro no ha llegado y el pasado está lleno de olvido, ¿Cómo distinguimos la realidad? ¿Cómo saber que un momento existió si no hay nadie que lo recuerde? En este marco, con un poco de magia y con un uso impecable del lenguaje, Pablo Messiez ha escrito y dirigido “Todo el tiempo del mundo”, cuyo texto está inspirado en la historia de su abuelo.

 

El lenguaje construye la realidad  y alimenta los recuerdos para que no mueran. El pasado nos llega a través de las historias que nos cuentan e influye en nuestro presente tanto como puede influir el futuro que solo podemos imaginar. Esa mezcla entre lo pragmático y lo onírico se erige en la zapatería del señor flores, a quien le visitan los recuerdos cada noche al cerrar su zapatería. Estos recuerdos aparecen en forma de personas para hablarle de su pasado (que no recuerda), su futuro (que aún no ha vivido) e incluso del presente. Algunas veces en tono serio y otras en cierto tono de comedia , la obra produce diversas respuestas entre el público .

 

El texto nace de muchas preguntas que también genera, son cuestiones sobre la vida de las que cualquiera puede adueñarse y llevárselas a casa después de haber presenciado esta historia construida con relatos vivos desde el propio interior de la zapatería.

 

El elenco está formado por Javier Lara, Carlota Gaviño, Rebeca Hernando, María Morales, José Juan Rodríguez Iñigo Rodríguez Claro y Mikele Urroz. Cada personaje viene de un espacio y tiempo diferente en la vida del señor Flores, incluso de antes de su nacimiento. Los actores y las actrices consiguen mantener la importancia del texto y lo apoyan con sus interpretaciones. Las palabras tienen un valor esencial en esta obra que es una auténtica reflexión.

 

La escenografía, diseñada por Elisa Sanz, merece también una mención por el ambiente que crea, el de una zapatería que cuenta con elementos auténticos como algunos de los zapatos y hasta el propio cartel de la zapatería del abuelo de Pablo Messiez. La ubicación del escaparate al fondo del escenario , la cuarta pared que llega incluso a romperse y la utilización de los elementos desde el momento en que el público empieza a tomar asiento , introduce a los espectadores y las espectadores dentro de una atmósfera mágica e intrigante a momentos.

 

 

“Todo el tiempo del mundo” seguirá en la sala Max Aub del Matadero, Naves del Españolhasta el 18 de diciembre. De martes a sábado a las 20:30 h y domingos a las 19:30 h.