CRÍTICA: Antígona, la lucha entre la ley y la familia

 

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Es indudable, después de la trayectoria que hemos podido disfrutar, que mezclar un título teatral clásico con Miguel del Arco como director, dará como resultado una versión con estilo propio que no nos va a defraudar. Y es que a esos títulos debemos añadirle su siempre particular visión de Antígona, texto escrito por Sófocles.

Palabras que, aunque escritas hace más de dos mil años, siguen hablando con una contemporaneidad deliciosa. Dos seres humanos que necesitan ser fieles a sus razones, ya que de otra manera, se convertirían en lo que más detestan. Dos puntos de vista que chocan necesariamente pero que ninguno de los dos moverá ni un ápice, a pesar de las consecuencias inminentes. Dos familiares, aunque ni siquiera eso será razón suficiente para cambiar sus discursos. Como ya nos tiene acostumbrados, Miguel del Arco respeta el guión original, sin modificar el tono y el estilo que su autor decidiera en su momento, pero le aporta frescura y, apoyándose en la magnífica interpretación de su equipo, verdad actual.

Un vestuario que podríamos denominar actual y de su tiempo a la par, una escenografía sencilla, basada en el espacio diáfano que cuenta con un par de elementos capaces de transformarse en varios escenarios con un simple cambio y una iluminación especialmente oscura, con la que se destaca únicamente la presencia de sus personajes, aportando la atmósfera grave que a nuestro entender mejor se ajusta a la naturaleza de la obra.

Queremos destacar, como parte también de ese estilo propio, el uso de otros lenguajes que complementan las escenas, como la música, la voz cantada, el movimiento corporal y los textos que se declaman en conjunto por varios actores. Maravillosos recursos que aportan esa frescura y un grado más de expresividad.

Y por supuesto, no podemos dejar de hablar del inmenso trabajo que realizan sus actores en escena.

 

Manuela Paso es Antígona, mujer decidida a saltarse la nueva ley con tal de dar sepultura a su hermano Polinices. Sabe que la pena por intentarlo es la muerte, pero no concibe un inicio de paz si eso conlleva la deshonra para su hermano. Increíble y desgarradora interpretación, perfecta en un registro tan complicado, Manuela nos trae a una Antígona firme y decidida, un personaje con el que empatizamos y que está lleno de verdad.

 

Ángela Cremonte es Ismene, hermana de Antígona, también ha perdido a sus dos hermanos pero la idea de que la guerra acabe, puede sobre el hecho de que uno de sus hermanos no pueda ser honrado en su lecho de muerte. Sabe de los planes de su hermana y aunque no está de acuerdo y no va a ayudarla, no puede evitar que lo haga. Frágil y obediente, decide asumir las culpas junto a su hermana, porque no puede quedarse sola y ver cómo ajustician a Antígona. Una interpretación marcada por mucha fuerza, tanto en el texto como corporalmente hablando. Sin duda un gran trabajo.

 

Carmen Machi es Creonte. Pero sin duda, si algo nos sorprende de este personaje, es que también parece ser Eurídice. Máximo mandatario de Tebas y a la vez madre y mujer. Convencida de que sus enemigos planean algo constantemente para sacarla de su lugar, no cederá ni un ápice ante sus decisiones, avaladas por las leyes que su gobierno ha aprobado. Aunque quien ha quebrantado la ley es su sobrina, y la pena es la muerte, no puede desdecirse sin que eso suponga negar todo lo que es. No tenemos ninguna duda de la complejidad de éste personaje, que nos parece que es incluso mayor con las modificaciones que podemos ver, y tampoco tenemos duda de que Carmen consigue resolverlo de una manera brillante. Dominio del verso, una interpretación de esas que llegan al alma y te remueven algo por dentro y un magnífico trabajo dramático. Desde aquí sólo podemos felicitarla por un trabajo tan impecable. ¡Brava!

 

Yon González es Corifeo, una de las personas que rodean al rey. Su función parece ser estar de acuerdo con lo que el rey dice, aprobar lo que hace e indignarse si el rey lo hace. Pero ante la condena de Antígona, incluso esos pilares pueden tambalearse. Se trata de la primera vez que vemos a este estupendo actor en un escenario, y creemos que debemos destacar ese dato, ya que no es fácil enfrentarse a un texto clásico, con lo que aún tiene más valor cuando se trata de la primera incursión en las tablas. Una interpretación sincera y con mucha fuerza que nos hace asegurar que a Yon le espera un futuro prometedor como actor de teatro. Y nosotros no nos lo queremos perder.

 

Silvia Álvarez también es Corifeo, portavoz del pueblo de Tebas y reflejo de lo que piensan acerca de las decisiones de Creonte. Aunque el temor a esas mismas decisiones les hace no ser sinceros y simplemente aparentar estar de acuerdo con todo lo que el rey dice y hace. Fantástico trabajo físico, de movimiento espacial que en ocasiones dice más que las propias palabras, y gran trabajo coral en los momentos en los que todo el elenco se convierte en una sola voz.

 

José Luís Martínez es el guardia, desafortunado responsable de comunicar a Creonte que alguien ha intentado enterrar a Polinices, a pesar de la clara prohibición de hacerlo. Personaje temeroso, consciente de que el mensajero puede salir malparado a pesar de no ser el causante del mensaje. Dispuesto a evitar el castigo, se propone detener al verdadero causante, aunque eso suponga librarse él para culpar a otro. Pero como él mismo dice: Primero yo, después el que venga. Maravillosa vis cómica que parece imposible en una obra de este tipo y que sin embargo resulta fantástica. Además, y ya que todo el elenco, en distintos momentos, pasa a formar parte del coro, debemos destacar el gran trabajo dual que realiza, pasando de ese guardia asustado a un respetable miembro del pueblo. ¡Enhorabuena!

 

Raúl Prieto es Hemón, hijo de Creonte y Eurídice. Respeta las decisiones de su madre, pero no puede estar de acuerdo con la condena de Antígona, ya que se trata de su prometida. Intenta convencer a Creonte y le advierte de lo que el pueblo realmente piensa, lejos de lo que su coro le hace creer por miedo a su reacción. Magnífica relación interpretativa entre ambos personajes, que acentúa la dualidad del personaje de Machi. Un gran trabajo en un personaje que nos hace empatizar y desear que sus argumentos convenzan  a quien van dirigidos.

 

Y Cristóbal Suárez es Tiresias, adivino en el que Creonte ha confiado anteriormente, el único que se permite hablarle con absoluta sinceridad, abriéndole los ojos sobre lo que implica su decisión. Amparado por visiones o sencillamente hablándole con franqueza, consigue que Creonte entienda la importancia de la prudencia antes que la tozudez. Con un trabajo impecable en verso al que este chico nos tiene más que acostumbrados, nos vuelve a maravillar con su interpretación. Le hemos visto trabajar en varios registros y podemos decir que no sabemos decidirnos por cuál de todos es mejor. No hay duda de que estaremos pendientes de sus próximos personajes. ¡Felicidades!

 

Un trabajo perfecto formado por engranajes que se complementan, dando como resultado una verdadera obra de arte que todo el mundo debe darse el lujo de disfrutar. ¿Tienes ya tu entrada?

 

 

Datos de interés

  • Lugar: Teatro Kamikaze (Calle de Embajadores, 9, 28012 Madrid)
  • Fechas: Hasta el 3 Sep 2017
  • Horarios: De miércoles a sábado, 20:30 horas ; Domingos, 20 horas.
  • Venta de entradas: Web, Atrápalo y taquilla