CRÍTICA: ‘La hora feliz’, la vocación por la interpretación traducida en una comedia

 

Tres compañeras de trabajo, tres amigas, tres actrices. Tres amigas que no siempre lo han sido, pero que conocerse en la misma circunstancia les ha unido. Tres actrices que, como viene siendo habitual en nuestro país, no trabajan de lo suyo. Eso sí, tres compañeras de trabajo, porque como fantásticas actrices que son… trabajan como camareras, trabajo que ya no soportan, pero que no pueden dejar porque es su única fuente de ingresos.

Así es La hora feliz, escrita por Sergio Rubio, de la mano de la compañía Caramala. Una historia que habla de tres actrices pero que también puede extrapolarse a cualquier otro. Personas que se encuentran delante de la decisión más importante de sus vidas: dejar de lado lo que no les hace felices para tomar las riendas de su vida buscando aquello que les hace vivir de verdad. Un auténtico canto en favor de las ilusiones, de los sueños, y en el caso concreto de sus personajes, la vocación.

Castings de los que uno no vuelve a saber nada, antesalas donde conocer a otras personas que están en la misma situación, competencia, acento neutro, la felicidad de conseguir hacer algo, por pequeño que sea, pero que puede ser lo único que hagas en mucho tiempo, la complejidad de sacar adelante proyectos cuando la ilusión y las ganas de trabajar no están respaldadas por el dinero. Estos y otros temas son los que, de manera cómica, aborda esta obra, creando un proyecto con el que resulta sencillo sentirse identificado. Una escenografía colorida, vistosa y eficaz, un inteligente y sorprendente vestuario y un fantástico reparto que lo pone en pié

 

Carmen Vaquero es Inma, una mujer embarazada obsesionada con parecerse a Meryl Streep. Es realista, aunque se deja llevar en ocasiones por sus sueños. No piensa que su embarazo pueda ser un impedimento, pero la realidad le hace abrir los ojos. Fantástico trabajo corporal e interpretativo, sin duda, creando un personaje que ejerce de árbitro entre sus dos compañeras ¡Felicidades!

 

Virginia Muñoz es Vito, una chica que, aunque sigue enamorada de su profesión, no puede evitar ver los problemas que preceden a esas fantásticas ideas y decisiones que parece que van a tomar. Con una energía fantástica, con un personaje con mucha fuerza y comicidad, crea a una chica que busca ser responsable pero al que el virus del teatro ha contagiado, como a sus compañeras. Y además nos ha gustado mucho su voz cantada ¡Bravo!

 

Y Noemí Ruiz es Lis, una chica que tiene un optimismo envidiable. Es feliz por haber hecho un anuncio una vez, aunque no haya podido volver a hacer nada más. Nada parece frenarla, y al contrario que sus compañeras, todas las ideas y planes le parecen factibles e ilusionantes. Una chispa en el escenario, una deliciosa vis cómica y un gran trabajo interpretativo, ¡Enhorabuena!

 

Una obra que se enmarca dentro de la iniciativa de los Teatros Luchana, #MujeresEnLaEscena18, un ciclo cuyo objetivo es darle visibilidad y dar valor a los proyectos escritos, dirigidos o protagonizados por mujeres. Una obra que habla de los sueños y de la necesidad de darle un giro a nuestras vidas cuando pensamos que no van en la dirección correcta para hacernos felices. Absolutamente imperdible.

 

 

Datos de interés

  • Lugar: Teatros Luchana, Sala 4 (Calle Luchana 38)
  • Fechas: Hasta el 30 de Marzo
  • Horarios: Viernes a las 22:15
  • Venta de entradas: Web, Ticketea, Atrápalo y taquilla