RESEÑA: La Octava Temporada de La Madre Que Me Parió Revive con Fuerza en el Teatro Lara

La octava temporada de La madre que me parió volvió el pasado 10 de Septiembre para revolucionar la Sala Cándido Lara del mítico Teatro Lara. Este espectáculo ha sido todo un éxito en sus anteriores entregas, reuniendo a más de 500 mil espectadores. Además, cuenta con un reparto de lujo, formado por Marisol Ayuso, Ana Villa, Olga Hueso, Patricia Delgado, Rebeca Plaza, Eva BarcelóCristina Llorente y Diego París. Se puede disfrutar de martes a viernes a las 20 horas, los sábados a las 18 y 20 horas y domingos a las 18 horas.

 

 

La octava temporada de La madre que me parió ha regresado al emblemático Teatro Lara con un despliegue de energía y humor que confirma su éxito continuo tras más de 500 mil espectadores a lo largo de sus anteriores entregas. Dirigida por Gabriel Olivares y escrita con ingenio por Ana Rivas y Helena Morales, esta comedia se sumerge en las complicadas pero hilarantes relaciones entre madres e hijas, ofreciendo al público una catarsis llena de risas, sorpresas y reflexiones sobre la familia y el matrimonio. La trama, ambientada en una boda que acaba desmoronándose, se convierte en un campo de batalla emocional y verbal donde cada personaje tiene su momento para brillar.

El reparto, integrado por una mezcla exquisita de talento y experiencia, es uno de los grandes puntos fuertes de esta producción. Marisol Ayuso, en el papel de Aurora, una madre tradicional y autoritaria, genera algunos de los momentos más memorables de la obra gracias a su capacidad para manejar tanto el humor más afilado como los matices emocionales más sutiles. Ayuso logra transmitir, a través de su presencia en escena, la profundidad de una mujer que, aunque atrapada en viejos patrones, es consciente de la evolución de las nuevas generaciones. La versatilidad de Rebeca Plaza como su hija Alba brilla en cada escena, ofreciendo una interpretación que es encantadora, añadiendo una dosis de humor y sutileza que enriquece cada escena con su encanto único capturando la esencia de su papel con maestría.

Ana Villa, en el rol de Daniela, la novia del evento, da vida a un personaje que camina entre la comedia y la angustia, aportando una actuación rica en matices. Su interpretación muestra con precisión los nervios y la confusión de una mujer que, en pleno día de su boda, se enfrenta a la presión social y emocional, sin estar realmente convencida del paso que está a punto de dar. La química que Villa establece con sus amigas en escena es palpable, especialmente en los momentos de mayor conflicto emocional, donde su vulnerabilidad sale a flote y da paso a un sinfín de situaciones hilarantes.

Olga Hueso y Patricia Delgado, que interpretan a Merche y Bea respectivamente, aportan una dosis de desparpajo y espontaneidad que enriquece enormemente la trama. Hueso, como madre extrovertida y sin filtro, crea algunos de los momentos más divertidos de la obra, mientras que Delgado, en el papel de su hija, canaliza una actitud despreocupada y rebelde que complementa a la perfección la dinámica madre-hija. Sus interacciones son un reflejo de la desinhibición y la sinceridad que solo el alcohol y la confianza entre amigas pueden desatar, generando una espiral de situaciones cómicas que llevan la trama al límite.

Eva Barceló y Cristina Llorente, como Pilar y Natalia, se encuentran en un punto intermedio entre la tradición y la modernidad, presentando personajes que navegan entre el deber familiar y el deseo de romper con las expectativas impuestas. Llorente, con su energía juvenil y su encanto natural, aporta momentos de ternura y verdad, mientras que Barceló equilibra perfectamente el papel de madre comprensiva pero igualmente atrapada en sus propias expectativas.

Finalmente, Diego París, el único hombre en el elenco, realiza un trabajo impecable, proporcionando momentos de respiro cómico y siendo el catalizador de muchas de las situaciones que se desarrollan a lo largo de la obra. Su personaje, atrapado en un torbellino de secretos femeninos, añade una perspectiva única a la narrativa, siendo testigo y víctima de los enredos que se van tejiendo a su alrededor.

La obra está impregnada del característico sello de Gabriel Olivares, quien sabe cómo manejar con destreza los tiempos cómicos y lograr que las interacciones entre los personajes fluyan de manera natural y divertida. El humor está presente en cada línea, cada gesto y cada silencio incómodo, generando carcajadas constantes en la sala. No es solo el ingenio de los diálogos lo que hace reír al público, sino también la capacidad del director para orquestar momentos de pura comedia física, complementados por una escenografía simple pero eficaz que sitúa al espectador en el centro de la acción.

Otro aspecto que suma a la atmósfera cómica del espectáculo es el acompañamiento musical, que recurre a los clásicos de cualquier boda española, desde éxitos ochenteros hasta esas canciones que todo el mundo canta con entusiasmo después de un par de copas. La música, además de ambientar, se convierte en un personaje más de la obra, facilitando transiciones ágiles y añadiendo un toque festivo a los momentos de caos emocional.

La madre que me parió no es solo una comedia sobre madres, hijas, bodas y divorcios. Es una reflexión sobre las expectativas generacionales, las tensiones familiares y el inevitable proceso de convertirse en aquello que tanto tememos: nuestros propios padres. Con un elenco de lujo, una dirección impecable y una dramaturgia que no da respiro, esta obra se posiciona como un espectáculo imperdible para aquellos que buscan reírse de las dinámicas familiares más comunes, pero también para quienes disfrutan de un teatro lleno de vida y verdad. Una experiencia que deja al público no solo con una sonrisa, sino también con la sensación de haber asistido a una auténtica celebración de las complejidades humanas.