LIBROS: ‘Luz negra’ Un descenso a la oscuridad más profunda
Si Drácula de Bram Stoker definió el terror gótico y Nosferatu lo llevó a la gran pantalla con una intensidad espectral, Luz negra de Pedro Berruezo los reinterpreta para crear una experiencia inmersiva donde el miedo es tanto una sombra proyectada en la pantalla como una entidad tangible que devora la realidad. Publicada por Minotauro en su colección Laberinto, esta novela de horror lovecraftiano nos sumerge en un entramado de épocas, personajes históricos y elementos del cine maldito para tejer una historia que es, en sí misma, una maldición en papel.
Una historia donde el horror se filtra en la realidad
En Luz negra, Berruezo juega con la metaficción y el horror cósmico a través de un hilo conductor irresistible: la influencia oscura de Nosferatu. La novela plantea una idea aterradora: ¿y si la película de Murnau no solo fuera una adaptación libre de Drácula, sino un artefacto esotérico capaz de invocar entidades ancestrales? Desde este punto de partida, la historia salta entre diferentes épocas y personajes, todos atrapados en la órbita de esta presencia sobrenatural.
Tenemos a Florence Stoker, viuda de Bram Stoker, en una cruzada obsesiva por erradicar Nosferatu, la adaptación no autorizada de la obra de su esposo; una académica del cine mudo que, al analizar la película, se ve atrapada por su influjo; un agente antidisturbios contemporáneo que se enfrenta a horrores subterráneos en la ciudad; y hasta el propio Jonathan Harker, cuya fatídica visita al castillo de Drácula adquiere una nueva dimensión dentro del mito. Todas estas historias, interconectadas por una entidad sin nombre que se filtra a través del tiempo y el celuloide, refuerzan el concepto de que la ficción puede abrir puertas que jamás debieron cruzarse.
Entre el pulp, el body horror y el tributo erudito
La propuesta de Berruezo se nutre de diversas influencias, desde el horror cósmico de H. P. Lovecraft hasta la visceralidad de Clive Barker, pasando por el cine de culto de Lucio Fulci y la literatura de horrores innombrables. La novela no se limita a ser un homenaje, sino que los códigos del género se reinterpretan con una imaginación brutal y una escritura que oscila entre lo académico y lo grotesco.
El resultado es una obra que captura el espíritu del pulp con escenas de pesadilla cargadas de imágenes poderosas: ratas emergiendo de bocas humanas, una luz negra viscosa que se filtra por las paredes, presencias inmemoriales que acechan desde los márgenes de la realidad. La escritura de Berruezo es ágil y cinematográfica, con un ritmo que mantiene al lector en un constante estado de tensión. La textura del horror es táctil, se puede casi sentir la humedad de los sótanos donde habitan estas entidades o el peso ominoso de los objetos malditos.
Literatura y cine: una intersección peligrosa
Más allá de la ambientación terrorífica, Luz negra funciona como un comentario sobre la relación entre el cine y la literatura, la transformación de los mitos y la capacidad de las historias para modificar la realidad. En este sentido, la novela se inscribe en una tradición que incluye títulos como The Ring de Koji Suzuki o El ángel más oscuro de John Ajvide Lindqvist, donde el medio cinematográfico no es solo un vehículo para contar historias de terror, sino el propio objeto maldito que propaga el horror.
La publicación de la novela coincide con el centenario de Nosferatu (1922) y la esperada versión de Robert Eggers (2024), lo que refuerza la relevancia de la historia y la convierte en una lectura imprescindible para los amantes del género.
Pedro Berruezo ha logrado con Luz negra una obra tan erudita como visceral, una novela que atraviesa los géneros y juega con la metaficción de manera brillante. Con un prólogo de Nacho Vigalondo y una edición cuidada de Minotauro, esta novela se impone como una de las mejores propuestas de horror contemporáneo en español.
Los lectores que busquen una historia convencional de vampiros quizás se sientan desorientados, pero aquellos dispuestos a perderse en los laberintos del horror cósmico y el cine maldito encontrarán en Luz negra una experiencia absorbente y aterradora. Es un libro que se lee con el mismo escalofrío con el que uno observa un fotograma perturbador proyectado en una sala oscura, sin estar seguro de si lo que ve en la pantalla no ha comenzado ya a filtrarse en su realidad.