TEATRO: «El favor», una comedia que desnuda la amistad
El Teatro Reina Victoria de Madrid abre sus puertas a «El favor», una comedia que, tras su paso por el Teatre Goya de Barcelona, aterriza en la capital con una premisa intrigante: ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar por un amigo? Bajo la autoría de Susanna Garachana y la dirección de Xavier Ricart, la obra se sumerge en los límites de la amistad y la honestidad sin concesiones.
La historia gira en torno a una cena entre cuatro amigos de toda la vida. El anfitrión, Martín, interpretado por Antonio Hortelano, plantea una petición que lo cambiará todo: tras años de intentos fallidos por ser padre junto a su esposa Clara (voz en off de Victoria Luengo), decide pedir un favor que pondrá a prueba los lazos del grupo. Lo que comienza como una velada desenfadada pronto se convierte en un torbellino de confesiones, reproches y dilemas morales que dejan al descubierto secretos largamente guardados.
El reparto, completado por César Camino, Jorge Kent y Paco Déniz, demuestra una química innegable, dotando de credibilidad a las interacciones y haciendo que el público se sienta testigo de una conversación real, con sus altibajos, ironías y emociones encontradas. La dirección de Ricart mantiene un ritmo constante, aunque por momentos se abusa de la repetición de ciertos conflictos, lo que resta frescura a la tensión dramática.
El humor es un pilar fundamental en «El favor», con diálogos afilados y situaciones que arrancan carcajadas, aunque en ocasiones la comedia parece diluir el peso del conflicto central. Se agradece, sin embargo, que no caiga en la farsa exagerada y se mantenga un tono cercano, donde la risa surge de la identificación con los personajes y sus dilemas.
A nivel técnico, la escenografía de Anna Tantull recrea un espacio cálido y funcional, favoreciendo la intimidad de la trama. La iluminación de Jaume Ventura y el espacio sonoro de Joan Camprodon aportan una atmósfera adecuada, aunque sin grandes riesgos ni innovaciones.
«El favor» es una obra entretenida y eficaz, que invita a la reflexión sin perder su carácter ligero. Si bien su estructura es predecible en algunos tramos y la profundidad emocional podría haber sido explorada con mayor audacia, el espectador sale del teatro con una sonrisa y, quizás, con la inquietante pregunta de hasta dónde estaría dispuesto a llegar por sus propios amigos. Un montaje recomendable para quienes disfrutan del teatro de relaciones humanas con un toque de humor inteligente.