LIBROS: La verdad bajo el agua, crimen, deseo y memoria en la Vizcaya de Helena Tur
Cuando la literatura histórica se hermana con el misterio más refinado, nacen novelas como El caso de la mujer del estanque, la última propuesta de Helena Tur, que se atreve a caminar con pie firme por la delgada línea que une el cozy crime con el costumbrismo más evocador. Ambientada en la Vizcaya rural de 1897, esta obra no solo seduce con una trama intrigante, sino que se instala con elegancia entre las novelas más envolventes de los últimos tiempos.
Una muerte, muchos culpables y un pueblo que ya no duerme tranquilo
La historia arranca con una fiesta en apariencia inofensiva: Antonia, la mujer del alcalde, organiza un banquete para celebrar el cumpleaños de su hijastro. Lo que comienza con música y brindis termina con un cadáver en el estanque y una comunidad pequeña y cerrada que se agrieta desde dentro. A medida que avanza la investigación, el lector se convierte en testigo de una danza de rencores antiguos, rivalidades soterradas y secretos que el agua no ha logrado esconder.
Tur consigue que el crimen no sea sólo un suceso aislado, sino el catalizador de un cambio profundo. Como si el asesinato fuese el punto de inflexión inevitable para un pueblo que había vivido demasiado tiempo aferrado a sus tradiciones. Con un ojo clínico para los matices sociales y emocionales, la autora disecciona el alma de Ochandiano, un enclave tan bellamente retratado que parece respirar en cada página.
La historia de amor que no pretende ser lo que esperas
En paralelo a la tensión criminal, Helena Tur introduce una línea romántica que no resulta un alivio banal, sino otra capa más de complejidad. Marina, joven de espíritu curioso y alma libre, se enamora de Javier, un forastero que viene a ajustar cuentas económicas con su familia. Lejos de caer en tópicos, la relación entre ambos se ve teñida por la sospecha, la incertidumbre y la conciencia de clase, en un entorno donde todo el mundo se conoce pero nadie se dice la verdad.
Tur dosifica el romance con sutileza: no lo ofrece como recompensa ni como solución, sino como parte del mismo juego de máscaras que envuelve al resto de los personajes.
Personajes que caminan solos
Si algo sabe hacer esta autora es dotar a sus personajes de una vida interior que les permite desprenderse del control de su creadora. No hay secundarios planos. Desde el médico que sabe más de lo que dice, hasta la criada que observa en silencio, cada figura tiene peso y propósito. Los lectores de Jane Austen o Elizabeth Gaskell sabrán reconocer en estas presencias esa profundidad serena que solo se logra con escritura paciente y mirada empática.
Y sí, hay algo innegablemente austenita en esta novela, pero también hay una vibración más sombría, un eco de Gaskell y una tensión que recuerda a las mejores páginas de Wilkie Collins. Helena Tur no copia, transforma.
Ochandiano: entre el hierro, el olvido y la sangre
El alma de la novela es también su espacio físico. El Ochandiano que retrata Tur no es solo un telón de fondo, sino un personaje más. Es el pueblo que fue grande y ya no lo es. El que miró al futuro con miedo y ahora paga las consecuencias de haberse quedado quieto. Sus calles, su historia como centro de herrería y su aislamiento tras el avance del ferrocarril lo convierten en un escenario melancólico, casi mágico, que recuerda a esos lugares que amamos porque sabemos que ya no existen como eran.
Una autora que evoluciona sin perder su esencia
Con El caso de la mujer del estanque, Helena Tur da un giro inteligente a su trayectoria, sin renunciar a los elementos que la han hecho reconocible: el rigor histórico, la sensibilidad narrativa y la atención al detalle humano. Es, sin duda, su novela más ambiciosa en términos estructurales y la más arriesgada en tono. Pero el salto es firme. La fidelidad a su estilo convive con una clara voluntad de explorar nuevos géneros y formas.
El caso de la mujer del estanque es mucho más que una novela de misterio. Es un viaje al corazón palpitante de un pueblo que se resiste a desaparecer. Es una historia sobre mujeres fuertes, hombres rotos y verdades enterradas bajo la superficie del agua. Helena Tur ha logrado un texto que se lee con avidez y se recuerda con cariño. Y eso, en tiempos de lecturas veloces y olvidos rápidos, es un logro que merece celebrarse.