LIBROS: ‘Islandia, la isla secreta’, la geografía del asombro

Hay libros de viajes que informan, otros que entretienen, pero solo unos pocos tienen el raro privilegio de transformarse en compañeros de ruta para el alma. Islandia, la isla secreta, de Xavier Moret, pertenece a esta última y escasa categoría. Publicado originalmente en 2002 y renovado ahora en una nueva edición, este libro es mucho más que la narración de un itinerario: es el testimonio vívido de un encuentro entre el hombre y el misterio.

Moret, periodista y escritor con una sensibilidad fuera de lo común, parte hacia Islandia impulsado por un deseo de aislamiento, buscando la quietud necesaria para concluir un libro pendiente. Pero la isla, como una fuerza viva e indómita, lo atrapa en su red de historias, mitos, y paisajes brutales que parecen no pertenecer del todo a este mundo. Lo que iba a ser un retiro se convierte en una aventura de descubrimiento constante, en una inmersión en los latidos secretos de un país donde la modernidad apenas roza la superficie de siglos de historia y superstición.

Con una prosa limpia y cargada de imágenes poderosas, Moret convierte cada elemento —el viento huracanado, las auroras que desgarran el cielo, los campos de lava sin fin— en personajes de un relato más amplio: el relato de Islandia como última frontera de Europa, como espejo donde aún se refleja intacto el rostro primigenio del planeta.

A lo largo del recorrido, Moret despliega un arte sutil: el de la observación que no coloniza, que no impone interpretaciones, sino que escucha. Así, lo vemos recorrer las calles de Reikiavik, asistir a conversaciones sobre elfos y seres ocultos, contemplar las infinitas variantes del cielo islandés, dialogar con la herencia vikinga como quien desenrolla un viejo pergamino. Todo ello sin caer nunca en el exotismo fácil, sino dejando que la extrañeza y la belleza se impongan con su propio peso.

El libro oscila con maestría entre momentos de épica —como los paisajes que parecen arrancados de una saga nórdica— y escenas de entrañable cotidianidad: una cerveza compartida en el mítico Café París de Reikiavik, una conversación sobre la soledad en un rincón perdido de la costa norte, una sonrisa intercambiada en una tienda libre de impuestos del aeropuerto. Cada capítulo, cada anécdota, es como una piedra en el mosaico de una Islandia que se revela ante nuestros ojos tanto mágica como profundamente humana.

Uno de los hilos invisibles que traman el texto es la presencia constante de la luz: esa luz de medianoche que nunca abandona del todo la isla en verano, esa claridad suave que parece venir de otra dimensión. La luz en Islandia, la isla secreta no es solo un fenómeno meteorológico; es símbolo de revelación, de descubrimiento interior. Moret nos invita a preguntarnos, a cada página, cuántas veces viajamos en busca de un paisaje externo cuando, en realidad, lo que buscamos es iluminar nuestras propias zonas inexploradas.

Islandia, la isla secreta no se lee, se vive. Al cerrar sus páginas, el lector siente que ha cruzado glaciares y volcanes, que ha visto bailar a los elfos entre la niebla, que ha comprendido —al menos un poco— ese magnetismo inexplicable que lleva a un puñado de almas valientes a llamar hogar a esta isla remota y fascinante.

Un libro imprescindible para quienes creen que viajar no es cambiar de lugar, sino cambiar de mirada. Y para aquellos que sospechan que, en algún rincón del mundo —y de sí mismos—, aún les espera un territorio secreto por descubrir.