LIBROS: El eco escalofriante de los secretos que se ocultan tras una puerta cerrada


Publicada bajo el sello editorial SUMA, La mujer de arriba de Freida McFadden no es simplemente un thriller psicológico más. Es una incursión perturbadora en la anatomía de la sospecha, la fragilidad humana y la dualidad que puede habitar bajo un mismo techo. McFadden, con la precisión de una cirujana y el pulso narrativo de una maestra del suspense, disecciona las apariencias de una vida perfecta hasta exponer su médula más oscura y desconcertante.

La historia arranca con una promesa de domesticidad idílica: Victoria Barnett, enfermera destacada, casada con un hombre encantador, vive en una casa que parece extraída de una postal de ensueño. Pero el espejismo se rompe abruptamente tras un accidente que deja a Victoria confinada a una habitación, silente, dependiente de cuidados constantes. Entra entonces en escena Sylvia Robinson, una cuidadora contratada para ayudar a Adam, el apuesto y atento marido. Lo que comienza como un empleo seguro, se transforma pronto en una espiral inquietante de hallazgos, contradicciones y terrores latentes.

McFadden utiliza a Sylvia como hilo conductor de una atmósfera que se va densificando a medida que los silencios de Victoria se vuelven más elocuentes que cualquier palabra. La autora sabe que el verdadero horror rara vez grita: susurra. Y esos susurros encuentran su forma en un diario escondido, en miradas que no coinciden, en gestos que se repiten con una precisión perturbadora.

La prosa de McFadden es limpia y eficaz, pero no por ello carente de matices. Hay una cadencia en su escritura que favorece el desasosiego: párrafos que terminan antes de lo esperado, escenas que dejan una sombra tras su lectura, y descripciones que nos hacen dudar incluso de lo evidente. La casa donde transcurre la historia, más que escenario, es un personaje silente: opresiva, llena de ángulos muertos, casi como una caja de resonancia para los secretos que resguardan sus muros.

En cuanto a los personajes, Sylvia es el ancla moral de la historia, pero también una figura ambigua, marcada por decisiones que la lectora no siempre comprenderá, aunque sí sentirá. Victoria es un misterio en sí misma, y McFadden hace de su inmovilidad un recurso narrativo brillante: su silencio es el grito que moviliza toda la trama. Adam, por su parte, representa ese arquetipo inquietante del «demasiado perfecto para ser verdad», en un juego constante entre el encanto y la amenaza velada.

Uno de los grandes méritos de La mujer de arriba es su estructura narrativa: McFadden dosifica la información con un pulso casi cinematográfico. Cada capítulo se convierte en una pequeña trampa narrativa que obliga al lector a continuar, como si cada página fuera un paso más hacia un acantilado emocional. Y cuando crees que ya lo has visto todo, la autora despliega sus cartas con una audacia que desconcierta y fascina por igual.

No es casual que este thriller se compare con obras como Verity de Colleen Hoover o La pareja de al lado de Shari Lapena. Pero sería injusto reducir el talento de McFadden a una simple suma de influencias. Lo que ella propone aquí es una experiencia singular, una lectura que incomoda y seduce al mismo tiempo, como mirar por la cerradura de una puerta que nunca deberías haber abierto.

En conclusión, La mujer de arriba no es solo un thriller psicológico; es una disección de las apariencias, una coreografía de mentiras y medias verdades que se entrelazan hasta formar una madeja imposible de ignorar. Freida McFadden confirma, con esta novela publicada por SUMA, que no solo conoce las reglas del género: sabe cómo romperlas con estilo. Y lo hace con una eficacia que deja huella.

Una lectura imprescindible para quienes disfrutan del vértigo de lo desconocido, el suspense bien construido y las historias donde cada página te desafía a confiar en tus propios instintos… aunque quizás no deberías hacerlo.