LIBROS: “Alaska y otras historias de la movida” El retrato imprevisto de una revolución en tacones
En un país que aprendía a vivir sin dictadura, hubo una adolescente que pidió una guitarra eléctrica y se bautizó con el nombre de una canción de Lou Reed. No pretendía hacer historia. Solo quería expresarse, sobrevivir al gris, inventarse. Esa adolescente, Olvido Gara —Alaska para la posteridad—, no tardó en convertirse en símbolo. Y el libro de Rafa Cervera, Alaska y otras historias de la movida, se convierte hoy, más que nunca, en la crónica urgente de un cambio de piel colectivo.
Esta reedición, esperada y necesaria, no se limita a desempolvar un testimonio: reaviva una vibración. No hay en sus páginas una nostalgia complaciente, sino una pulsión sincera que escapa del archivo para instalarse de nuevo en el presente. Cervera escribe como quien regresa a un lugar donde fue feliz, pero no olvida lo que dolió. Su mirada es la del testigo comprometido que estuvo allí, grabadora en mano, observando cómo nacía una generación sin mapas.
El libro traza la biografía emocional de Alaska desde su infancia en México hasta su consagración como figura esencial del pop español, pero su alcance va mucho más allá del relato individual. Aquí se cuentan también las historias de quienes orbitaban su universo: Carlos Berlanga, Ana Curra, Nacho Canut, Eduardo Benavente, Pedro Almodóvar, Paloma Chamorro, Fabio de Miguel. Nombres que hoy suenan a mito, pero que entonces solo eran jóvenes inconformes, peligrosamente creativos.
Cervera se sirve del ensayo, del retrato, de la anécdota, del rumor, y arma con todo ello una narración tan cruda como brillante, atravesada por temas que siguen latiendo con fuerza: la identidad, la libertad, el deseo, el cuerpo, la mirada ajena, la ruptura con el canon masculino y conservador. La Movida, ese concepto tantas veces empaquetado como postal kitsch, aquí se nos revela en carne viva: una comunidad en ebullición que bailaba para no arder.
Uno de los mayores logros del libro es que no idealiza ni moraliza. No hay discursos impostados, ni redenciones forzadas. Hay vértigo, decisiones precipitadas, amistades que se fracturan, alianzas estratégicas, apuestas estéticas que eran también formas de existir. Hay adolescencia, rabia y ternura. Y hay, sobre todo, una comprensión profunda de que la cultura es un campo de batalla donde cada canción, cada peinado, cada silencio, es una declaración política.
La prosa de Cervera es ágil, precisa, irónica cuando toca y profundamente poética cuando duele. Acompañado de fotografías tomadas por él mismo durante sus años como creador del fanzine Estricnina, el libro se lee como una novela coral donde cada capítulo ilumina una esquina distinta del relato. No solo escuchamos la voz de Alaska, sino la de toda una escena, con sus contradicciones, sus excesos y su desbordante deseo de afirmación.
Esta nueva edición de Lunwerg, con introducción de Elena Cabrera, aparece en un momento en que el término “movida” corre el riesgo de volverse decorativo. Cervera lo arranca del souvenir y lo devuelve a su contexto: a los pasillos de institutos, a los bares sin licencia, a los conciertos improvisados, a los camerinos donde se discutía más de política que de armonías. Leerlo hoy no es un ejercicio de arqueología, sino una invitación a revisar lo que entendemos por disidencia, por estilo, por valentía.
Alaska y otras historias de la movida es mucho más que un libro de culto. Es un documento vivo que no se conforma con explicar lo que fue, sino que interpela lo que aún puede ser. Porque si algo nos enseñaron aquellas criaturas vestidas de vinilo y purpurina es que no hay revolución posible sin imaginación radical. Y que a veces, el simple gesto de subirse a un escenario puede cambiar un país.