TEATRO: ‘La Aventura de la Palabra’ Un viaje teatral hacia la libertad de decir
En una época donde el ruido digital devora significados y el lenguaje parece deshilacharse entre titulares, asistir a La aventura de la palabra en la Sala Jardiel Poncela es, más que una función, una reivindicación conmovedora del verbo como acto vital. El montaje, dirigido con precisión casi quirúrgica por Juan Carlos Pérez de la Fuente, convierte el discurso de ingreso de Fernando Fernán Gómez en la Real Academia Española en una experiencia escénica viva, vibrante y necesaria.
El texto original del propio Fernán Gómez ha sido adaptado con rigor e inteligencia por Raúl Losánez, que firma una dramaturgia comprometida con el espíritu del maestro y que no solo traslada el discurso al escenario, sino que lo reinterpreta desde la teatralidad contemporánea.
Esta obra no es teatro en el sentido convencional, sino una ceremonia de amor al idioma. Y ahí radica su audacia. Sobre las tablas, Nancho Novo —imponente, con el alma de un juglar y la contención de un sabio— interpreta al Ponente. Pero más que interpretar, encarna a Fernán Gómez desde el respeto absoluto, sin mimesis, pero con hondura emocional. Su dicción cuidadísima y su capacidad para hacer que cada palabra pese como una piedra o vuele como una cometa son dignas de mención. Novo nos recuerda que el teatro no necesita de ornamento cuando la palabra lleva la sangre del pensamiento.
Frente a él, Marta Poveda da vida a «la Palabra» con un magnetismo sereno, casi etéreo. Su trabajo es más que actoral: es una suerte de coreografía del habla. Poveda es presencia y resonancia, cuerpo y eco. Su interacción con el texto dota al montaje de una dimensión lírica, femenina y profundamente humana.
La puesta en escena —concebida también por Pérez de la Fuente, responsable del diseño de escenografía y vestuario— se apoya en una estética sobria, casi litúrgica, que refuerza el peso del verbo. La iluminación de José Manuel Guerra modela los silencios y acompaña con sobriedad cada viraje emocional. El diseño sonoro de Ignacio García es una presencia sutil y constante, como una respiración escénica que sostiene sin imponerse.
El trabajo del equipo técnico merece especial mención: José Luis Sixto como ayudante de dirección, Isi Ponce en escenografía, Pablo Alcándara en vestuario, La Kasa del Maquillaje S.L. en maquillaje y peluquería, y Luiscar Cuevas, cuya fotografía capta la esencia del montaje. Alberto Arcos, como asesor de movimiento escénico, aporta una fisicidad delicada a un espectáculo que, sin grandes gestos, se mueve con precisión entre lo simbólico y lo esencial.
Esta producción del Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa, en colaboración con la Compañía del Figurín, llega como un homenaje a la palabra dicha, escrita y vivida. Un agradecimiento especial se dirige a la familia de Fernando Fernán Gómez, sin cuyo apoyo este proyecto no habría tenido la misma hondura.
La aventura de la palabra no es para quienes buscan fuegos artificiales. Es una joya para quienes aún creen en el poder del lenguaje para conmover, para cuestionar, para unir. Es un homenaje al oficio de actor, al oficio de hablar y al intransferible milagro de escuchar.
Una función imprescindible. Un susurro firme en medio del estruendo.