LIBROS: ‘Clairmont’ la mujer silenciada del Romanticismo recupera su voz
En el panteón de la literatura romántica, los nombres de Mary Shelley, Percy Bysshe Shelley y Lord Byron ocupan un lugar indiscutible. Sin embargo, en la misma escena estuvo presente una mujer cuya voz fue acallada por siglos: Claire Clairmont. En Clairmont, Lesley McDowell no solo rescata a este personaje histórico, sino que lo coloca en el centro de un relato que examina las dinámicas de poder, ambición y silenciamiento que marcaron su destino.
La novela parte de un contexto que en sí mismo parece literario: el verano de 1816, teñido por cielos oscuros tras la erupción del volcán Tambora. Mientras en la Villa Diodati se gestaba el mito del nacimiento de Frankenstein, Claire no estaba allí como espectadora. Estaba embarazada de Byron, enfrentada al desprecio del poeta y obligada a lidiar con una situación que, para una mujer de su tiempo, suponía un riesgo vital y social. McDowell nos recuerda que, detrás de la fascinación por la genialidad romántica, existía un entramado de desigualdades de género que condicionaba radicalmente las biografías de las mujeres.
La autora articula la narración con un doble objetivo: reconstruir el pasado desde una perspectiva históricamente verosímil y, al mismo tiempo, poner en cuestión el relato oficial de aquel círculo literario. El resultado es una obra que trasciende el mero ejercicio biográfico para convertirse en un análisis sobre quiénes han tenido derecho a ser recordados y quiénes han sido condenados al olvido.
McDowell ya había mostrado interés por recuperar figuras femeninas vinculadas a Mary Shelley en Unfashioned Creatures (2013). Con Clairmont lleva esa búsqueda más lejos, construyendo un retrato psicológico complejo: Claire no aparece como víctima pasiva, sino como una mujer consciente de su talento, de sus deseos y de la precariedad de su posición en un mundo dominado por hombres célebres. Esta mirada analítica resulta esencial, porque nos permite reconsiderar la narrativa de la “musa” para revelar a la persona detrás del mito.
Literariamente, la novela combina un tono íntimo con un trasfondo crítico. McDowell se apoya en documentación rigurosa, pero evita el peso de la erudición excesiva, privilegiando una prosa ágil y reflexiva que facilita la inmersión del lector. De este modo, la experiencia de lectura no es solo estética, sino también política: repara una injusticia histórica y abre una conversación contemporánea sobre la visibilidad de las mujeres en la cultura.
En conclusión, Clairmont es mucho más que una recreación histórica. Es un ejercicio de justicia literaria que cuestiona los cánones y nos obliga a replantear la forma en que se ha construido la memoria del Romanticismo. Lesley McDowell firma aquí una novela que dialoga con el presente desde el pasado, y que convierte a Claire Clairmont en lo que siempre debió ser: protagonista de su propia historia.