LIBROS: Cuando las sombras cobran vida

En un tiempo en el que la imaginería fantástica parece monopolizada por la cultura audiovisual contemporánea, El libro de las sombras irrumpe como un recordatorio deslumbrante —y a ratos perturbador— de que nuestras visiones de lo sobrenatural tienen raíces más hondas, más ambiguas y, sobre todo, más sugerentes de lo que solemos admitir. Bajo la dirección de Alix Paré, historiadora del arte con una sólida trayectoria en la reinterpretación del imaginario occidental, esta obra monumental despliega más de trescientas piezas que funcionan como un verdadero atlas emocional de lo oculto.
El volumen, de factura exquisita y planteamiento casi museográfico, traza un recorrido que va desde los resplandores melancólicos del Romanticismo hasta las atmósferas cargadas del simbolismo y los excesos sublimes del academicismo decimonónico. Pero lo que lo convierte en un objeto singular no es solo la amplitud temporal o el brillo de los nombres reunidos, sino la manera en que Paré y el nutrido equipo de especialistas convocados dialogan con lo invisible. Más que un catálogo artístico, el libro es una investigación sobre los modos en que, a lo largo de los siglos, hemos imaginado aquello que nos supera.
Una dramaturgia de la sombra
Organizado en ocho grandes capítulos —estructurados como un tránsito lunar que va desde lo íntimo hasta lo abismal—, el libro funciona como una suerte de dramaturgia simbólica. Cada sección vertebra un tipo de presencia: lo benigno, lo ambiguo, lo maléfico, lo angelical, lo numinoso o lo grotesco. La lectura se convierte así en un periplo, más cercano a un rito de iniciación que a un ensayo de historia del arte tradicional. El lector no solo contempla imágenes: las atraviesa.
Entre las presencias que emergen con más fuerza destaca la figura de la mujer como enigma, tentación o amenaza, un arquetipo que marcó con insistencia la pintura del siglo XIX. Lo interesante aquí es que el libro evita cualquier lectura simplista: reconoce la misoginia inscrita en ciertos discursos visuales de la época, pero la desactiva al incorporar obras de creadoras que, desde dentro del sistema artístico, subvirtieron esos mismos códigos. Esta perspectiva crítica, fina y nada complaciente, convierte la obra en un estudio sobre los modos en que la iconografía fantástica modeló y deformó nuestra percepción de los cuerpos y los géneros.
Entre la erudición y el hechizo
Una de las grandes virtudes del proyecto es su doble respiración: por un lado, la erudición solvente que aportan especialistas en magia, demonología, espiritismo y estudios culturales; por otro, la potencia de las imágenes, que conservan intacto su poder de fascinación. Esa combinación de rigor y encantamiento es la que otorga al libro un tono único, a medio camino entre el ensayo académico y el grimorio ilustrado.
Las obras seleccionadas, algunas poco conocidas, tienen la capacidad de desplazar al lector fuera de su tiempo. No se limitan a ilustrar relatos míticos o creencias populares: funcionan como espejos deformantes en los que reconocemos obsesiones contemporáneas —la ansiedad ante lo invisible, la atracción por lo prohibido, la búsqueda de figuras tutelares que expliquen lo inexplicable—. En ese sentido, El libro de las sombras no es un mero ejercicio retrospectivo, sino una arqueología visual de nuestras propias incertidumbres.
Un objeto para contemplar, leer y revisitar
La edición, cuidada hasta el detalle, refuerza esa vocación de libro-ritual: el formato amplio, la encuadernación en tela y la calidad de reproducción convierten cada página en una estancia distinta dentro de un mismo templo iconográfico. Más que leerse, se habita.
Al final, lo que esta obra propone es algo profundamente raro en nuestro tiempo: una pausa. Una suspensión del ritmo cotidiano para adentrarse en las zonas liminares de la imaginación humana, allí donde conviven lo bello y lo amenazante, lo sagrado y lo monstruoso. Paré y los colaboradores convocados no ofrecen respuestas, sino un mapa lleno de bifurcaciones, de símbolos que se multiplican, de sombras que se resisten a disiparse.
Conclusión
El libro de las sombras es una de esas publicaciones que redefinen lo que puede ser un libro de arte: no un receptáculo de imágenes, sino una experiencia estética e intelectual completa. Su ambición, su mirada crítica y su capacidad para dialogar con nuestro presente lo convierten en una referencia imprescindible para quienes se interesan por la historia visual de lo sobrenatural, por las tensiones entre mito y modernidad, o simplemente por la fascinación ancestral que ejerce aquello que no alcanzamos a entender.
Un libro para leer a la luz de la luna… o para dejar que la propia luna lea en nosotros.