MUSICAL: ‘CABARET’ El Berlín que late en Madrid

Fotografía: Julia Marangoni
Madrid se rinde ante la osadía. En el corazón del UMusic Hotel, un nuevo universo ha cobrado vida: el Kit Kat Klub. No es solo un escenario, es una realidad paralela en la que el espectador se convierte en cómplice, partícipe y testigo de un mundo en ebullición. Cabaret, el musical inmersivo, llega para transformar la experiencia teatral tal y como la conocíamos, y lo hace con la fuerza y la elegancia de una gran producción internacional. Bajo la dirección de Federico Bellone, esta versión de Cabaret trasciende los límites del teatro tradicional y se instala directamente en los sentidos.
Desde el primer paso dentro del hotel, el público es engullido por la atmósfera decadente y fascinante del Berlín de los años veinte. El Kit Kat Klub no es una escenografía: es una experiencia viva. El espacio, rediseñado con precisión y atrevimiento, disuelve la frontera entre actores y espectadores. No hay cuarta pared: hay miradas, roces, voces que susurran entre mesas, luces que dibujan sombras de deseo. La propuesta escenográfica —concebida con una visión casi cinematográfica— invita a perderse en una arquitectura de sensaciones donde cada detalle cuenta. El diseño lumínico de Valerio Tiberi envuelve la escena en un juego de claroscuros que respira el espíritu de una época turbulenta, mientras el vestuario de Felype de Lima viste la decadencia con una sofisticación casi hipnótica.
La experiencia se intensifica con la orquesta en directo, dirigida con maestría por Julio Awad, que insufla vida a cada acorde y sostiene el pulso emocional del relato. Las melodías de Kander y Ebb suenan frescas, vibrantes, casi nuevas, gracias a una interpretación que equilibra la precisión técnica con una energía visceral. Desde el preludio del pre-show hasta el último compás, la música se convierte en el alma que unifica el caos y la belleza de este universo.
El reparto, de primer nivel, sostiene con brillantez la magnitud del proyecto. Abril Zamora, como Maestra de Ceremonias, ofrece una interpretación arrebatadora, ambigua y magnética. Con un dominio absoluto del ritmo y la mirada, Zamora construye un personaje que oscila entre la provocación y la ternura, una anfitriona que desnuda la hipocresía del mundo con ironía, humor y una profunda humanidad. Amanda Digón, en el papel de Sally Bowles, deslumbra con una presencia escénica que combina fragilidad y fuego. Su voz, poderosa y emocional, da nueva vida a su personaje, explorando los pliegues más vulnerables de una mujer que busca amor en medio del derrumbe.
Pepe Nufrio encarna a Clifford con una contención conmovedora. Su interpretación se sostiene en la naturalidad y el equilibrio, reflejando la inocencia del extranjero que se deja arrastrar por un mundo que no comprende del todo. Carmen Conesa, en la piel de Fräulein Schneider, aporta una sensibilidad madura y elegante. Cada gesto suyo tiene peso y verdad; su voz acaricia el tiempo y dota de hondura al relato de un amor que lucha contra lo inevitable.
Tony River brilla como Herr Schultz, con ternura y humor, convirtiéndose en el contrapunto de luz dentro de la oscuridad creciente. Pepa Lucas, en el papel de Fräulein Kost, se adueña del escenario con una mezcla irresistible de descaro y magnetismo, logrando que cada una de sus apariciones sea un destello de energía pura. Y Gonzalo Ramos, como Ernst Ludwig, aporta una interpretación cargada de matices: bajo su encanto inicial se esconde la inquietante sombra del ascenso político que definirá el destino de todos. Su presencia, sutil pero poderosa, recuerda al público que el Cabaret no es solo diversión, sino también el espejo de un mundo que se desmorona.
Detrás de la magia del Kit Kat Klub, un brillante conjunto de artistas hace posible cada escena: el talentoso ensemble formado por Andrea Buret, Marina Albaiceta, Paula Argüelles, Gerard Minguez, Alejandro Fernández, Andrea del Castillo y Christian Velert, junto a los versátiles swings Graciela Monterde y Marc Sol, que aseguran que cada momento del espectáculo sea perfecto. Su energía, precisión y entrega completan la experiencia inmersiva, transformando cada rincón del club en puro teatro.
Lo que Bellone logra con esta versión de Cabaret es más que un espectáculo: es un rito escénico. El público no asiste; participa. No observa; respira el mismo aire cargado de deseo y contradicción que los personajes. La dirección, inteligente y valiente, respeta la esencia del musical original, pero la amplifica con una puesta en escena que combina rigor, sensualidad y un lenguaje contemporáneo que dialoga con el espectador del siglo XXI.
Este Cabaret no se limita a revivir una historia icónica, sino que la reinterpreta desde la experiencia. El resultado es un viaje emocional, sensorial y estéticamente impecable, donde cada elemento —la música, la interpretación, la escenografía, la gastronomía que acompaña la función— se entrelaza en una celebración del teatro total. Madrid no solo acoge un musical: acoge un acontecimiento cultural que redefine los límites de la inmersión escénica.
Porque al final, como susurra la Maestra de Ceremonias, “en el Cabaret, la vida es un espectáculo”. Y este, sin duda, es uno que ningún amante del teatro debería perderse.