ENTREVISTA: Inma Cuesta nos desvela los secretos de «Capitán Kóblic»(Exclusiva)

¿MATAR O MORIR? Esa es la cuestión.»Capitán Kóblic», una indagación necesaria.

Saladina Jota


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INMA CUESTA es actriz por vocación, inquieta por naturaleza y curiosa por devoción. Valenciana de nacimiento y jienense de adopción, estudió Arte Dramático en Sevilla y Córdona. Debutó por suerte para el arte de Talía en 2007 y ya no ha parado hasta hoy, que nos presenta su último proyecto: «Capitán Koblic». Un film, de producción hispano- argentina, arriesgado y valiente, dirigido por Sebastián Borensztein.

 

«Capitán Koblic» llegó a nuestras pantallas el 17 de junio para revolver nuestros sesos y recordarnos que la vida es salvaje más allá de esas cómodas butacas desde las que asistimos a esta indagación, a esta mirada desangelada y seca sobre la naturaleza humana.

 

INMA CUESTA protagoniza, junto a RICARDO DARIN, un «thriller» ambientado en una pequeña población en medio de la nada, llamada Colonia Elena, en la Argentina de finales de los años setenta. Una Argentina asolada por una dictadura cruel y afixiante. Una dictadura en la que unos argentinos arrasaban las vidas, las familias y las haciendas de otros argentinos. Una dictadura que se reproducía en cada estamento de la sociedad -desde el gobierno de la nación hasta el seno familiar, pasando por ciudades, pueblos y colonias-. Colonias reconocibles y reproducidas en muchas dictaduras de todos los colores e ideologías a lo largo de este ancho y triste mundo. Colonias, que como en  cualquier poblado del oeste, el sur, el norte o el este, están dominadas por seres corruptos sin escrúpulos, por ratas indeseables que utilizan el terror como forma de sometimiento.

 

Terror que se infunde de forma concreta y tiene víctimas concretas: los rebeldes. Como en el caso de «los vuelos de la muerte», telón de fondo, «pistoletazo de salida y el motor de arranque de esta historia», nos comenta INMA CUESTA. RICARDO DARIN es Koblic, un oficial de la Armada que pilota uno de esos «vuelos de la muerte». Vuelos con los que la dictadura militar Argentina -1976 y 1983- se libraba de los rebeldes que no se sometían a sus dictados. «Pero la película no va de eso», matiza la actriz, que interpreta a Nancy, encargada de la estación de servicio de Colonia Elena.

 

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INMA CUESTA.- El contexto social es el que es y eso, evidentemente, tiñe toda la historia de un ambiente opresivo, afixiante. Yo me quise informar porque desconocía muchas cosas y necesitaba saber, pero no porque afectara a mi personaje. Eso afectaba al personaje del Capitán Koblic. De todas maneras resulta muy fácil empatizar porque aquí tenemos muchas historias, sino iguales muy parecidas.

 

Saladina Jota.- La película sobrevuela la anécdota concreta, el lugar o la época, y está dirigida para reflexionar sobre las dictaduras, sus muchas caras y la posibilidad de huída. En este sentido la pasión sexual, el deseo, es el motor que impele a los personajes a luchar por su libertad.

 

INMA CUESTA.- Dicen que ante la muerte hay una cosa animal con el sexo, que es como sentirse vivo. Yo lo entendí desde ahí, porque me costaba mucho entenderlo. No es una relación, estuvimos trabajando mucho en eso. Yo lo veía desde un punto de vista más romántico por la situación en la que ella vivía, me costaba trabajo entender ese instinto sexual, pero es cierto que existe esa forma animal de intentar salvarse y escapar. Viendo la película fui más consciente de todo lo que ella cuenta con la mirada. Es como un animalillo que está ahí enjaulado e intenta escapar de una situación opresiva. Y en esa huida se encuentra con el personaje de Koblic y, de alguna manera, se salvan el uno al otro. Es la primera vez que a esa chica alguien le pregunta : ¿qué te gusta en la vida?

 

Saladina Jota.- Tu personaje sufre un cambio absoluto a causa de un encuentro fortuito, el encuentro con Koblic. Y pasa de ser una mujer sometida y silenciosa, que quizás no desee nada porque no conoce nada, a arriesgar su propia vida.

 

INMA CUESTA.- Es un personaje que cuenta más por lo que no dice que por lo que dice porque no tiene grandes discursos. Un pajarillo enjaulado que no es capaz de huir, que con lo único que sueña, lo único que le hace volar un poco -antes estaba en el texto y luego se quitó- son las revistas. Le gusta la moda. Esa es su única forma de escape. Metida en un agujerito, no ve más allá. La llegada de ese hombre es un soplo de aire fresco, su única tabla de salvación.

 

Saladina Jota.- ¿El deseo te hace valiente y el no tenerlo te hace cobarde? ¿Te costó acercarte a ella y a ese planteamiento?

 

INMA CUESTA.- Me costó acercarme y entender por que ella escapaba por ahí. Hasta que solté lastres y entendí lo que le ocurría, sino no hubiera sido capaz de hacerlo. Nunca se puede juzgar a los personajes. Uno tiene que hacer el viaje libre de equipaje, de tu  moral, de lo que crees que harías o no. Después uno se sorprende.

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Saladina Jota.- La película tiene muchas capas que incitan a indagar. El hogar puede ser un territorio hostil. Un sitio dentro de un pueblo, una ciudad, pero alejado de todos. Territorios desoladores que no vemos.

 

INMA CUESTA.- Me sorprendió mucho descubrir que en ese tipo de zonas un poco aisladas hay muchas situaciones así a día de hoy. Y no es algo que no sea común, es más común de lo que pensamos. Y algo que no se entiende como moralmente reproblabe. Es algo normal.

 

Saladina Jota.- La película plantea matar o morir como salida de la opresión, de la dictadura. Las mentes sin escrúpulos matan sin pensarlo, pero los personajes como Koblic o Nancy tienen formas diferentes de relacionarse con la posibilidad de matar a otro ser humano. ¿Tu personaje en algún momento se habría planteado llegar a matar?

 

INMA CUESTA.- Yo creo que todos en una situación límite somos capaces de matar. Yo me lo pregunto y me digo: «yo no sería capaz de matar», pero en realidad creo que sí sería capaz de hacerlo. Ante el peligro, ante nuestra vida, defendiéndonos o por defender a alguien a quien quieres, uno no sabe lo que por instinto sería capaz de hacer.

 

Saladina Jota.- ¿Un personaje que deja huella?

 

INMA CUESTA.- Hay personajes, historias y películas que te traspasan de una manera especial y te cuesta trabajo recuperarte del proceso. En ese sentido llevo un año de tsunamis.

 

Saladina Jota.- ¿Y a la hora de componer externamente el personaje, cuál fue el mayor reto?

 

INMA CUESTA.- Para mí el mayor reto era, evidentemente, conseguir un acento perfecto, esa era mi obsesión. Lo que pasa es que siemrpe he jugado mucho con imitar acentos y ese tipo de cosas, entonces también era divertido. Contacte con Carolina Román, que es una actriz que además dirige, y es de Formosa, que está en el interior de Argentina. Trabajé con ella. Cogimos el guión, la grabé y me dio directrices. No tuvimos mucho tiempo. En una semana quedamos varias veces. También es muy importante para mí crear todo lo que no está en el guión. Lo que el espectador pueda imaginar yo necesito imaginarlo antes. Crearlo y componerlo, porque aunque no se diga está en ti, en como te mueves, en lo que dices y como lo dices… Yo me monto mi película paralela, a veces eterna, para conectar con el personaje.

 

Saladina Jota.- Y trabajar con RICARDO DARIN ha sido…

 

INMA CUESTA.- No te puedo explicar. Es uno de los mejores compañeros con los que he trabajado. Me he divertido, he aprendido y lo digo con la boca llena: ha sido un descubrimeinto maravilloso. Y más allá de lo que se sabe de él como actor, he encontrado la horma de mi zapato, he disfrutado mucho con él.

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Saladina Jota.- ¿De Sebastián Borensztein, el director, qué  te sorprendió?

 

INMA CUESTA.- Me gusta la gente que no se queda en la zona de confort y él hizo «Un cuento chino» -una comedia surrealista- y ahora hace esta película con todo el arrojo y toda la valentía de alguien que quiere trascender más allá de su obra. Por otro lado me sorprendió el que nos dejara libertad. El guión siempre estaba vivo y eso es maravilloso, no estaba encorsetado, como en la vida. A lo mejor yo hacía algo en una secuencia y cambiaba las cosas. Pero esa libertad suya de cambiarme el texto me horrorizaba poque claro, cuando tu tienes tu partitura en la cabeza eso te mueve del suelo. Por eso cuando me cambiaba de repente una palabra yo decía: ¡por favor, no me cambies el texto! Es algo muy lejano a mí y yo no sabía si lo estaba haciendo bien o no. Pero Ricardo estaba todo el tiempo conmigo y me ayudo mucho.

 

Saladina Jota.- ¿Y Argentina?

 

INMA CUESTA.- Me interesa mucho Argentina. Me gustan sus actores, sus películas, su comida… ¡Quiero volver, volver! Ha sido una experiencia maravillosa, que me ha hecho crecer mucho personalmente.

 

Saladina Jota.- ¿Hollywood es una opción?

 

INMA CUESTA.- No es que rechace nada, sólo que no es algo que haya soñado nunca. Amo mi trabajo, me apasiona y es vocacional, pero no tengo planeado un recorrido. Me siento muy afortunada e intento mantener la cabeza ordenada dentro de mis posibilidades. Ahora mismo me encuentro en la situación de querer vivir para contar. De elegir muy bien lo siguiente que quiero hacer. Me gusta escucharme, así que estoy en el proceso de decidir que es lo próximo que quiero aprender. Tengo proyectos, pero están todavía lejanos, así que puedo seguir con mi película de «vivir para contar».

 

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