TEATRO: ‘La pechuga de la sardina’
La pechuga de la sardina. Del 25 de febrero al 29 de marzo en el Teatro Valle Inclán
El Centro Dramático Nacional recupera la figura de Lauro Olmo, un autor imprescindible de la dramaturgia española perteneciente a la llamada generación realista.
En esta obra he procurado que la fuerza de las situaciones dramáticas surja de de los contrastes y que el ritmo de éstos, lento en los interiores o rápido en la calle según las exigencias del drama, vaya creando el gran personaje que condiciona todo lo demás. Ese personaje es el ambiente: un ambiente que adquiere un poder asfixiante, desvitalizador. Todo va conduciendo a unas patéticas campanadas finales.
No. La vida no puede caminar llevando en los tobillos unos prejuicios, unos pequeños seudodogmas que, como grilletes, le dificultan el devenir.
Lauro Olmo
NOTA DEL DIRECTOR
Hay una apreciable nómina de dramaturgos que merece la pena rescatar de ese período difícil de la vida y la sociedad española que va desde nuestra Guerra Civil hasta la democracia; y, entre ellos, no podía faltar la figura de Lauro Olmo, uno de los grandes olvidados.
La pechuga de la sardina es claramente una de las obras más representativas del autor y de ese teatro que dio en etiquetarse como realista. Es una de esas obras que la crítica no acogió nada bien en el momento de su estreno, aunque con los años se ha ido situando en el lugar que yo creo que le corresponde: a la altura de La camisa, obra emblemática de Olmo, cuyo estreno sí supuso un gran acontecimiento.
Se han buscado influencias dispares en el teatro de Olmo: Arniches, Valle-Inclán, Lorca e, incluso, Benavente. Todos ellos, si nos fijamos, son fieles recreadores de la realidad que los circunda, pero con diferentes estéticas. Yo, al menos en lo referente a esta obra, añadiría a Chéjov, porque La pechuga de la sardina no es ni más ni menos que un trozo de vida, de una vida que pesa inexorable e inevitablemente sobre los personajes. El ambiente y el conjunto de mujeres que habita los estrechos márgenes de una casa asfixiante es el protagonista del drama. Cada uno de los personajes femeninos sirve para definir a los otros, al tiempo que se define a sí mismo. Si quitáramos a alguno de ellos se perdería su reflejo en los demás, con lo que, sin duda, la situación quedaría incompleta. Los hombres, por el contrario, son más prototípicos. Su misión fundamental es ayudarnos a definir el ambiente que rodea –y yo diría que cerca– a la casa.
Esa ha sido la base de esta obligada adecuación de la obra original de Olmo a un determinado espacio de representación y a un reparto acorde con los tiempos. El espectador no sólo ha de convertirse en fisgón de lo que acontece en la casa, sino también del cinturón que la rodea, que la cerca. El ambiente exterior de voces y las músicas acaban de definir esa época, en ocasiones atrasada en el tiempo de la época en la que la situamos, como atrasada era aquella sociedad.
Gran acierto del autor al reflejar el mundo de aquella época a través de la mujer, figura históricamente más desvalida que el hombre, lo que se traduce en una facilidad para el director, ya que este país es pródigo en actrices de enorme nivel. Por eso hemos procurado un elenco –en muchos casos en papeles por debajo de su categoría interpretativa– capaz de conformar y trasladar al espectador ese difícil personaje protagonista de la obra: el ambiente, el conjunto. Creo que, gracias a ellos, a todo el equipo, lo conseguiremos. De no ser así, no cabe duda de que la culpa será mía.
Si algo hemos pretendido remarcar en este trabajo es la idea que nos lanza el propio Olmo al entregarnos la obra: “No. La vida no puede caminar llevando en los tobillos unos prejuicios, unos pequeños seudodogmas que, como grilletes, le dificultan el devenir”. Estoy seguro de que el espectador de hoy no se quedará en la anécdota, y puede entresacar consecuencias que siguen haciendo actual –a veces, por desgracia– este texto.
Gracias a todos por su entusiasmo, y al CDN, especialmente a su director, Ernesto Caballero, por el rescate de tan significativo autor.
Manuel Canseco
FICHA
Texto : Lauro Olmo
Versión escénica y dirección:Manuel Canseco
Vestuario: José Miguel Ligero
Iluminación: Pedro Yagüe
Espacio sonoro: Javier Almela, Roberto Cerdá
Movimiento : Eduardo Ruiz
Ayudante de dirección: Raquel Berini
Cartel: Isidro Ferrer
Producción Centro Dramático Nacional
Reparto: Manuel Brun, Marta Calvó, Jesús Cisneros, Víctor Elías, María Garralón, Nuria Herrero, Marisol Membrillo, Cristina Palomo, Amparo Pamplona, Natalia Sánchez, Juan Carlos Talavera, Alejandra Torray
Fechas y horarios: Del 25 de febrero al 29 de marzo de 2015
De martes a sábados, a las 19 h. Domingos, a las 18 h en el TEATRO VALLE INCLÁN