LIBROS: Ana la de Tejas Verdes, la revolución de lo establecido

El ilustrador almeriense Antonio Lorente presta su talento artístico a la célebre novela de Lucy Maud Montgomery «Ana la de Tejas Verdes». Un certero epílogo de Margaret Atwood pone el broche a esta edición de lujo de Edelvives.

 

 

La obra vio la luz por primera vez en 1908 y obtuvo una acogida excelente por parte de los lectores de todas las edades, especialmente de los más jóvenes. Desde entonces, se ha reeditado en numerosas ocasiones y se ha traducido a múltiples idiomas. 

Ana la de Tejas Verdes narra las peripecias de Ana Shirley, una niña huérfana de 11 años entregada por error a Marilla y Matthew Cuthbert, dos hermanos solteros propietarios de la granja Tejas Verdes. Estos, ya próximos a la vejez, esperaban recibir a un chico que pudiera ayudarlos en las duras faenas agrícolas. Inicialmente se muestran reticentes a acoger a la niña, en especial la mujer. Sin embargo, el insólito carácter de Ana y su triste infancia logran ablandar el corazón de Marilla, que accede finalmente a hacerse cargo de ella. 

La acción transcurre a finales del siglo XIX en Avonlea, una pequeña localidad ficticia situada en la Isla del Príncipe Eduardo, en la costa atlántica de Canadá. Las potentes ilustraciones de Antonio Lorente recrean bellamente el universo en el que se desarrolla esta deliciosa historia y dotan de verdad y humanidad a sus protagonistas. 

s imposible no enamorarse de la desamparada huérfana, de la dulce Diana, del tiernísimo Matthew o, incluso, de la severa Marilla. Sus delicados rostros de profunda mirada atrapan al lector y conmueven vivamente hasta los corazones más endurecidos.

Lorente conocía la célebre serie que se emitió por todo el mundo en los años 80, pero poco más sabía de Ana la de Tejas Verdes. Cuando le propusieron ilustrar la novela comenzó a investigar y descubrió el fenómeno fan que hay detrás de la niña pelirroja. Confiesa que para él ha supuesto un reto maravilloso configurar un personaje que crece a lo largo del relato: «Empieza con 11 añitos y termina con 16. Su rostro, cuerpo y comportamientos van cambiando y reflejar eso en un libro es algo a lo que no me había enfrentado nunca», admite. Los lectores comprobarán que superó la prueba con éxito.

Para crear a Ana Shirley, estuvo durante un tiempo buscando una niña pelirroja de unos 11 años en Almería, donde reside. Fue una tarea imposible porque nadie casaba con el personaje. «Una mañana, desde mi balcón, observé a una niña con su madre: ¡era ella! Por fin encontré a Ana, sus gestos, ¡todo! Pero en cuanto me decidí a bajar, desaparecieron», explica. De modo que, inspirado por aquella pequeña muchacha, decidió perfeccionarla con su imaginación. El rostro de Diana, la gran amiga de Ana, es sin embargo el de la hija de una prima suya, que el ilustrador encontraba idéntica a como se figuró el personaje. Los hermanos Cuthbert y demás pobladores de la novela son una mezcla de imaginación y de las miradas de algunos familiares. 

Aparte del trabajo con Ana, protagonista indiscutible de la novela y figura predominante en las ilustraciones, Lorente disfrutó muchísimo con el personaje de Marilla. «Creo que acerté con su descripción y gestos», asegura, lo cual resulta muy meritorio, pues Marilla presenta la personalidad más compleja de la obra. Curiosamente, el entrañable y sencillo Matthew le supuso un desafío. «Tuve que darle muchas vueltas hasta que salió el que veréis dentro del libro», reconoce.

Lorente se distingue por la minuciosidad con que representa a las figuras humanas, especialmente a sus rostros, cuya nitidez resalta poderosamente sobre unos fondos más tenues. «En este libro veréis que cambio bastante el registro de fondo», comenta. «Avonlea está llena de vegetación y paisaje, y cobra mucho protagonismo en las escenas. Es cierto que cuando doy prioridad al retrato desdibujo ese fondo para que no distraiga, pero en este álbum hay fondos que debían definirse por completo para que el personaje quede algo más secundario», declara. 

Otra llamativa peculiaridad de su estilo en este proyecto se manifiesta en las numerosas imágenes que deja, aparentemente, inacabadas, sin que el contraste entre las partes trabajadas y las apenas abocetadas rompa el equilibrio del conjunto. Lorente nos cuenta que esta vez ha visto interesante la opción de desdibujar algunos bocetos para que se diferencien de su anterior álbum. «Cuando en Peter solo eran líneas esbozadas, en esta ocasión se desdibuja la ilustración de color a lápiz. Es una manera de ver el proceso de mis ilustraciones en detalle», aclara. Se refiere a Peter Pan, el clásico de J. M. Barrie editado por Edelvives el pasado año para el que desarrolló un bellísimo trabajo artístico.  

Le preguntamos cómo se enfrenta un artista a la tarea de recrear personajes tan conocidos y queridos por el público. «¡Es toda una responsabilidad y un gran reto!», afirma. «Sobre todo, con personajes que sobreviven en el imaginario de todos. Ahí es cuando te juegas muchísimo, porque hay un fenómeno fan muy grande al que no debes defraudar» añade. Y concluye: «Yo siempre opto por arriesgar y ofrecer algo generalmente distinto, estoy seguro que de esa manera el lector lo agradecerá».

Para crear el hogar en el que viviría su personaje, Lucy Maud Montgomery se inspiró en la granja Green Gables (Tejas Verdes) de unos familiares suyos en la isla del Príncipe Eduardo. Esta granja sigue en pie y hoy es un museo dedicado a la memoria de la autora y su obra. Aunque Avonlea es un lugar imaginado, no difiere mucho de los escenarios de la infancia de Montgomery, entre cuya vida y la de Ana existe un gran paralelismo. Lorente nos revela que para conocer mejor aquella época se preparó a fondo leyendo y observando con mucha atención. Agradece, asimismo, la ayuda recibida del equipo de Edelvives para no caer en anacronismos. «Ana ama los vestidos y tuve que documentarme muchísimo para reflejar la moda de aquella época», recuerda.

En su obra Genios. El eco fantasma de sus voces, de cuyos textos es autora su hermana María Jesús Lorente, el ilustrador resuelve con maestría los retratos de una veintena de genios de la cultura del siglo XX. Cuando le preguntamos si prefiere dibujar a personas reales o a seres imaginarios nos señala que le gusta mucho más inventarse al personaje y crearlo desde cero. «Retratar es algo que me gusta, pero se debe mantener el parecido. Se disfruta más cuando tu mente vuela y das forma al personaje, inspirado o no en alguien de tu alrededor, sin la responsabilidad de conservar su parecido», opina.

Queridos lectores, os invitamos a sumergiros de la mano de Lucy Maud Montgomery y Antonio Lorente en el maravilloso universo de Ana Shirley. Descended con ella en el carricoche de Matthew por la suave colina que conduce hasta Avonlea y dejaos arrebatar por la serena belleza de Tejas Verdes. Os garantizamos que será una experiencia inolvidable.