RESEÑA: ‘Malditos Tacones’ Drama, Poder y Maestría en el Escenario Madrileño

 

Hasta el 20 de octubre, el Teatro Bellas Artes de Madrid acoge «Malditos Tacones», una intensa obra que se presenta de miércoles a viernes a las 20:00h, los sábados con doble función a las 17:30h y 20:00h, y los domingos a las 19:00h. Este texto, firmado por Ignacio Amestoy y dirigido por la brillante Magüi Mira, es una apuesta teatral en la que la interpretación es el eje central. A lo largo de la función, los espectadores son testigos de un duelo interpretativo entre dos grandes actrices, Luisa Martín y Olivia Molina, quienes, con su increíble química, no necesitan más que su presencia para llenar el escenario.

En «Malditos Tacones», la dirección de Magüi Mira destaca por su capacidad de desnudar la trama y focalizar toda la atención en la fuerza de las palabras y la verdad de las emociones. Su experiencia como directora y dramaturga se hace evidente al dotar a la puesta en escena de una simplicidad que realza el peso interpretativo de las protagonistas. La elección de una escenografía austera por parte de Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán es una decisión que subraya el poder de la narrativa, donde las dos protagonistas se enfrentan cara a cara con sus dilemas y contradicciones en un espacio que podría parecer vacío, pero que está repleto de significado.

Luisa Martín, con una trayectoria impecable, da vida a Victoria Burton, una matriarca poderosa que arrastra el peso de la corrupción y el abuso de poder. Martín ofrece una interpretación desgarradora. Su dominio escénico es palpable, cada palabra está cargada de intención y su actuación, meticulosamente cuidada, es el resultado de años de dedicación y profesionalismo.

Por su parte, Olivia Molina brilla como María García, una abogada que ha luchado por su lugar en una sociedad que no siempre la favorece. Molina entrega una interpretación apasionada, creando un contraste perfecto con la figura de Martín. Sus diálogos, cargados de tensión y emociones contenidas, ponen de manifiesto la evolución de su personaje, que se mueve entre la resistencia y la resignación.

La química entre ambas es palpable desde el primer momento. Cada intercambio de miradas y cada palabra que cruzan en escena refuerza la tensión dramática, haciendo que el público no pueda despegar los ojos de ellas. Su complicidad en el escenario es uno de los puntos más altos de la obra, logrando que los momentos de confrontación sean profundamente creíbles y conmovedores.

La iluminación, a cargo de José Manuel Guerra, juega un papel esencial, creando atmósferas que subrayan los momentos de mayor intensidad dramática. 

Malditos Tacones es una obra que demuestra la grandeza del teatro cuando las interpretaciones y la dirección están en perfecta sintonía. Sin necesidad de grandes artificios, la obra nos envuelve en un torbellino de emociones, dejando claro que cuando dos actrices del calibre de Luisa Martín y Olivia Molina comparten escena, lo único necesario es un espacio donde puedan brillar. No te la pierdas en el Teatro Bellas Artes hasta el 20 de octubre.