CINE: Ballerina eleva la acción con Ana de Armas al frente del universo John Wick

A veces, lo más difícil en una franquicia consolidada no es mantener la calidad, sino justificar su expansión. John Wick no solo lo ha conseguido, sino que ha elevado el listón con cada entrega. Pero ahora, con Ballerina, el reto era aún mayor: ¿sería posible crear una nueva heroína que respire el mismo aire de pólvora, lealtad y redención? La respuesta es un rotundo sí, y su nombre es Eve Macarro.

Un spin-off con identidad propia

Bajo la dirección de Len Wiseman, conocido por imprimir carácter visual y pulso narrativo a cintas como Underworld o La Jungla 4.0, Ballerina no se limita a ser una pieza satélite del universo Wick: es un cuerpo celeste con luz propia. El guion de Shay Hatten encuentra el equilibrio entre la brutalidad coreografiada marca de la casa y una sensibilidad más introspectiva, donde la historia de venganza se entrelaza con la construcción de una identidad forjada en la sangre y el silencio.

Ana de Armas: entre la furia contenida y la precisión letal

La gran revelación (o más bien, consagración) es Ana de Armas en el papel protagonista. Como Eve Macarro, de Armas ofrece una interpretación que no solo convence, sino que cautiva: su presencia en pantalla es tan magnética como mortal. Hay algo profundamente humano en su dolor y al mismo tiempo una frialdad quirúrgica en su ejecución. La actriz cubano-española no imita a John Wick, lo reinventa desde su perspectiva, aportando vulnerabilidad sin debilidad, determinación sin rigidez.

Y atención al casting de Victoria Comte como la joven Eve: el parecido físico y gestual entre ambas es asombroso, un acierto indiscutible de dirección de casting que otorga una continuidad emocional y visual impecable. La evolución del personaje es creíble, conmovedora y brutal.

Un elenco de lujo para una historia que no da tregua

Keanu Reeves regresa como un John Wick más contenido pero igual de hipnótico. Su aparición no es anecdótica ni decorativa: es narrativa y simbólica. Es el mentor involuntario, el espejo en el que Eve se reconoce y del que decide apartarse.

Ian McShane, Lance Reddick (en una aparición que emociona por su significado póstumo), Anjelica Huston y Norman Reedus completan un reparto de primer nivel. Todos aportan textura, pasado y profundidad a un universo que ya se siente tan rico como peligroso.

Acción coreografiada con alma

La fotografía de Romain Lacourbas mantiene el sello visual de la franquicia, con sus contrastes entre sombras teatrales y luces neón casi líquidas. Pero hay aquí una voluntad más estética, casi poética, que se fusiona con la elegancia letal de Eve. El resultado: peleas que son puro arte marcial visual, donde cada golpe, cada corte y cada caída son un paso más en una danza trágica.

El montaje de Jason Ballantine es preciso como una ráfaga de disparos bien medida, y la música de Tyler Bates y Joel J. Richard —compositores veteranos del universo Wick— vuelve a ser el metrónomo del caos, ahora con un subtexto melancólico que encaja a la perfección con el tono del film.

La otra cara de la venganza

En el fondo, Ballerina no es solo una historia de venganza. Es una historia sobre pertenencia, pérdida, y lo que significa encontrar tu propia voz en medio del ruido de las balas. Eve Macarro no es John Wick, ni quiere serlo. Es una creación nueva, fascinante, que emerge del mismo barro de violencia pero con una perspectiva distinta: menos mitológica, más íntima.

La Alta Mesa, el Hotel Continental, la Ruska Roma… todo el lore que los fans de la saga aman está presente, pero es el viaje personal de Eve lo que sostiene y justifica esta expansión. Porque Ballerina no depende de su universo para funcionar: lo enriquece.

«Ballerina» es todo lo que un buen spin-off debería ser: fiel al ADN del universo del que nace, pero lo suficientemente audaz como para escribir sus propias reglas. Ana de Armas brilla con fuerza en uno de los papeles más potentes de su carrera y demuestra que hay vida —y mucha acción— más allá de Baba Yaga.

Si John Wick fue una sinfonía de violencia estilizada, Ballerina es su pieza solista: íntima, feroz y absolutamente inolvidable.