LIBROS: Una voz femenina contra el olvido en París no era un sueño

Con París no era un sueño, Diego Bris irrumpe con firmeza en el panorama narrativo español con una novela profundamente humana, ambientada en uno de los períodos más oscuros del siglo XX. El autor, que ya había dado muestras de una prosa cuidada en sus trabajos anteriores, nos ofrece en esta ocasión una historia necesaria: la de Leona Escalera, una mujer que, sin proponérselo, se convirtió en símbolo de resistencia, dignidad y supervivencia.

Corre diciembre de 1938. A sus apenas diecisiete años, Leona trabaja como sirvienta en una mansión barcelonesa. Cuando las tropas franquistas toman la ciudad, la joven emprende una huida desesperada hacia Francia, en busca de salvación. Pero el exilio no es tregua: al otro lado de los Pirineos le espera una guerra aún más devastadora, y un destino que la unirá a la Resistencia francesa en plena ocupación nazi.

Bris escribe con una elegancia natural y una empatía desbordante. Su lenguaje es rico sin caer en excesos, directo sin perder lirismo. A través de Leona —apodada Peque en su vida francesa—, el lector transita por los recovecos de una Europa rota por el odio y el autoritarismo, pero también redescubre la belleza de lo pequeño: la ternura entre compañeras de lucha, la memoria de los que no regresaron, el valor de no ceder ante el horror.

Lejos de construir un relato épico en el sentido clásico, Bris apuesta por la épica cotidiana, por la mujer anónima que desafía la Historia desde su rincón silencioso. Leona no es una heroína al uso, sino una muchacha común cuya voluntad de seguir viviendo la convierte en una figura inolvidable. Esa elección narrativa convierte a la novela en una experiencia íntima, pero al mismo tiempo universal.

Resulta especialmente conmovedor el modo en que el autor rinde homenaje —sin sensiblería— a los exiliados españoles, aquellos cuya lucha no siempre fue reconocida ni celebrada. La novela cobra además una fuerza simbólica indiscutible al publicarse en el marco del 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial: no es solo un viaje literario, es también un acto de memoria.

En una época en la que las narrativas de guerra pueden volverse repetitivas o moralizantes, París no era un sueño destaca por su autenticidad. Bris no escribe desde el dogma, sino desde la observación profunda del alma humana. Y lo hace con un estilo limpio, preciso y lleno de matices que atrapan desde la primera página.

Si algo demuestra esta obra es que hay historias que esperan ser contadas, y escritores capaces de hacerlo con respeto y talento. Diego Bris, ingeniero de formación y narrador por vocación, es sin duda uno de ellos.

Altamente recomendable. Una novela que, sin alardes, deja huella.