TEATRO: ‘El zoo de cristal’ La verdad es la apariencia de la ilusión
Teatro puro, teatro de raza, teatro magistral es el que ofrece la adaptación de “El zoo de cristal”, uno de los textos más destacables de Tennessee Williams. Silvia Marsó encabeza el reparto de una brillante adaptación de Eduardo Galán dirigida por Francisco Vidal. (por Cristina Hernández)
La austeridad de la escenografía, donde lo poco que vemos cuenta acerca de los personajes que están por contarnos esa historia de pasiones vividas, de ilusiones imposibles, de realidades precarias, de miedos marcados por la época, de temores que impiden vivir el presente que Tennessee Williams retrata en “El zoo de Cristal”, un texto con mucho carácter autobiográfico. Aunque así lo son todas sus obras.
Enmarcado en la década de los años treinta, los años de la Gran Depresión en Estados Unidos tras el “crack” de la bolsa de Nueva York, de la Crisis económica como la que padecemos ahora en España, la acción gira en torno a la familia de Amanda Wingielfd, una mujer sureña de buena familia venida a menos por un matrimonio mal elegido, abandonada por su marido, un empleado de la telefónica que la deja con dos niños pequeños.
Cuando sube el telón, el hijo mayor, Tom, ya veinteañero, sueña con ser escritor, con vivir una vida diferente lejos de la zapatería en la que trabaja de dependiente y del agobio familiar que suponen su madre y su hermana Laura, que padece una cojera y una falta de autoestima enorme. Tom, trasunto del propio Tennesse Wiliams, se debate entre la necesidad de alejarse de la casa o de atender a la familia… Y Amanda preocupada por encontrarle una salida profesional a Laura, lo que no es fácil por sus dificultades para estudiar… Aturdida por la falta de medios económicos, Amanda se verá obligada a buscarle un novio, lo que hará que la obra se desarrolle por caminos inesperados, en donde la ternura y el humor se dan cita desde las primeras escenas.
“El zoo de cristal” retrata a una familia sureña anclada en el siglo pasado que se cierne a la sobreprotección de una madre colmada de deseos incumplidos. Una mujer atormentada, cuya rudeza tiene tras ella un cúmulo de inseguridades y obsesiones que marcan su relación con sus hijos: el miedo de Amanda a que su hija Laura quede soltera toda la vida y la carga de la familia sobre su hijo, al que corta todas alas de libertad y elegir su propio camino. Un guion en el que ese “levántate y triunfa” se convertirá en un leit motiv del que ambos hijos se burlarán. Una insistente coletilla que cada día repite su madre.
A través de un cuarteto actoral extraordinario formado por Silvia Marsó, Carlos García Cortázar, Alejandro Arestegui y Pilar Gil, dos horas de teatro de raza y casta, en el que suenan acordes de jazz, se convierten en una inteligente reflexión con la que Williams se cuestiona la profundidad que hay entre lo que uno insiste en ver y lo que muestra la realidad. En la desazonante búsqueda del sueño americano. Y es que, “la verdad es la apariencia de la ilusión”.
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