CRÍTICA: ‘Oleanna’, un vertiginoso y punzante debate dialéctico
Carol es una estudiante universitaria que acude al despacho de su profesor con una petición sencilla: que la ayude a aprobar. Pero esa cuestión se convierte en un auténtico pulso en el que las dos manos tienen la misma fuerza, a través del uso de la palabra. Con una energía constantemente contenida, es imposible permanecer impasibles ante semejante combate, consiguiendo así lo que su autor David Allan Mamet pretendía. No importa cuántos años hayan pasado, la premisa en la que el dramaturgo se basó para escribir esta obra sigue siendo una constante en el comportamiento humano: necesitamos identificar al bueno y al malo en una situación, y no nos sirve un punto medio.
Oleanna es justamente ese punto medio, esa forma que usó Mamet para exponernos ante una situación en la que no existen verdades absolutas, en la que es imposible no sentirse provocado e incómodo. Con una maravillosa dirección por parte de Luis Luque, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados. El director vuelve a ponerse al frente de un proyecto creado para removernos, para que al salir del teatro, las palabras que hemos escuchado sigan dando vueltas en nuestra cabeza. Para que no se nos olvide pensar, argumentar y defender. Y es que nos puede resultar muy sencillo imponer nuestra opinión, pero esta obra supone un fantástico ejercicio cuando descubrimos que la clasificación no es tan sencilla como quién tiene la verdad y quién no.
Fantástica puesta en escena, con una escenografía práctica que, unida a un inteligente diseño de luces y de movimiento escénico, ayuda a recrear de manera física el combate que se expresa mediante el guión. Sin duda un gran acierto de la mano de grandes profesionales como Mónica Boromello y Juan Gómez Cornejo. Y sin lugar a dudas, debemos destacar el gran trabajo de sus protagonistas.
Fernando Guillén Cuervo es el profesor. En realidad tiene cosas algo urgentes que hacer, pero decide darle más importancia a su alumna porque le recuerda a él, porque le gusta. Con comportamientos poco éticos en algunos momentos, Guillén Cuervo nos trae otra maravilla escénica, como sólo él sabe hacer. Un personaje absolutamente veraz que evoluciona, partiendo de un profesor algo pedante y con cierto aire de superioridad hasta convertirse en alguien desesperado, tergiversado en sus acciones y palabras, que llega a límites que ni siquiera él hubiera llegado a pensar. Un trabajo perfecto, sin ninguna duda.
Y Natalia Sánchez es la alumna universitaria. Ansiosa por entender lo que se le explica, acude a su profesor, impotente ante el pensamiento de ser una inútil. Con sus palabras evidencia que en ocasiones las acciones ante las que nos enfrentamos, pueden tener más trasfondo del que creemos, y no necesariamente bueno. Un fascinante trabajo que transita desde una dubitativa chica llena de inseguridades hasta una mujer secundada y segura que es capaz de enfrentarse a aquello que, como empieza a entender, no debería ser así. Muy gratamente sorprendidos ante semejante trabajo. ¡Enhorabuena!
Una propuesta particular y actual, una obra de la que no se puede salir igual que se ha entrado. Un regalo que todo el mundo se debe permitir.
Datos de interés
- Lugar: Teatro Bellas Artes (Calle del Marqués de Casa Riera, 2, Madrid)
- Fechas: Hasta el 15 de Octubre
- Venta de entradas: Web, Entradas.com, Atrápalo y taquilla