FESTIVAL: La Phármaco o la memoria colectiva como resistencia

Del 13 al 15 de noviembre, estreno absoluto en el Festival de Otoño de Madrid

  • En Toná, los verdiales -folclore malagueño prerromano- sirven de base para reivindicar el imaginario popular como antídoto contra el individualismo
  • Coreografiada e interpretada por Luz Arcas, la pieza quiere ser un acto de insumisión hacia un sistema que destierra y niega la enfermedad y la vejez
  • La enfermedad del padre de la creadora es el punto de partida de una obra que baila la muerte como celebración de la vida, la fiesta y la catarsis

 

Luz Arcas, al frente de la compañía La Phármaco, estrena Toná el próximo 13 de noviembre en el Festival de Otoño de Madrid. La obra, que estará en cartel hasta el 15 de noviembre en el Teatro de La Abadía, recupera el folclore y la memoria colectiva como antídoto contra un sistema que destierra y niega la enfermedad, la vejez y la muerte.

El último espectáculo de Arcas (Finalista Mejor Intérprete de Danza en Premios Max 2017, Premio el Ojo Crítico de Danza 2015) surge, en palabras de la bailarina y coreógrafa de «los viajes a Málaga para visitar a mi padre, bastante enfermo. En su casa, donde me crie, me reencontré con referencias, iconos y símbolos que tenía casi olvidados. Recordé anécdotas y miedos, reconectando con el folclore de mi infancia. Quería bailar un sentimiento que es propio de ese folclore: la muerte como celebración de la vida, la fiesta y la catarsis individual y colectiva».

Otras dos mujeres malagueñas han acompañado a Luz Arcas en el proceso creativo: la violinista y compositora Luz Prado y la fotógrafa Virginia Rota. La pieza recoge referencias como la procesión por el mar de la Virgen del Carmen, o la alusión a Trinidad Huertas, La Cuenca, una bailaora del siglo XIX que se hizo famosa con un número en el que representaba a una torera en plena faena y que le dio el sobrenombre de La Valiente. Toná recoge también los símbolos, las supersticiones, los prejuicios, el paganismo y los mitos. Dice Arcas: «La memoria colectiva y los imaginarios populares son cruciales porque nos acogen y nos salvan del individualismo invitándonos a elaborar un relato compartido. Como todo lo relacionado con el pueblo, esta memoria cultural está llena de problemas, sin duda, pero volver a ella para ensuciarla, renombrarla, y así, vitalizarla, es un acto de libertad frente al totalitarismo cultural o cualquier intención neoliberal de imponer o capturar un sentido. (…) Toná nace ligada orgánicamente a la memoria colectiva y los imaginarios populares, con toda su conflictividad. Una poesía que transmite la carne, el pulso vital, llenos de rabia y de alegría, también de prejuicios y supersticiones. Un dolor antiguo y fértil que nos construye lentamente, desde la infancia». 

Tras obras como Bekristen, en la que se mostraba la violencia radical del neoliberalismo como sistema colonizador y Una gran emoción política, sobre la figura de María Teresa León, la guerra civil y la memoria, Luz Arcas continúa cincelando en Toná su particular lenguaje escénico, un baile político a través de, en sus propias palabras, «un cuerpo reconciliado con sus fuerzas vitales, entretejido de enfermedad, vejez, muerte, y que se relaciona descaradamente con los símbolos, para ensuciarlos, pisotearlos, renombrarlos, mientras grita: son nuestros, nos pertenecen». 

Toná, con música en directo interpretada por Luz Prado y Lola Dolores, es una obra de Luz Arcas / La Phármaco coproducida por el Festival de Otoño de Madrid.