MÚSICA: Diana Navarro protagoniza ‘El amor Falla’ en el Auditorio Nacional de Madrid

Diana Navarro protagoniza EL AMOR FALLA que se estrena en el Auditorio Nacional de Madrid (Sala Sinfónica el 21 de abril a las 19:30h). Las entradas están ya a la venta. 

 

Diana Navarro canta Falla. ¿Qué más hay que decir? Cualquier aficionado entiende lo que supone esta nueva aventura artística de quien es una de las cantantes más admiradas de nuestros días. Manuel de Falla es, en sí mismo, una cumbre de toda la cultura española del siglo XX (de la cultura, sin más). Es el compositor que con mayor audacia y acierto ha consagrado la perfección técnica y la sabiduría más exquisita al cuidado y transformación de las formas populares. Supone para la música algo similar a lo que son Picasso, Juan Ramón, Buñuel o Lorca en sus ámbitos: el punto donde el ayer se reinventa y se desparrama hacia el futuro. Diana Navarro, en su apasionante investigación sobre los géneros escénicos y musicales, tenía que encontrarse con el gran maestro que ilumina la mejor música moderna y contemporánea. Manuel de Falla tuvo dos grandes amores: Dios y la música, el arte y la trascendencia. “El amor… Falla” no es solo un homenaje al artista sino un recuerdo de la persona. Sus sueños de juventud, su sentido de la amistad y de la colaboración con María y Gregorio Martínez Sierra (que le darán trabajo, felicidad e inquietudes), sus ilusiones, sus miedos… Con un repertorio basado en “El amor brujo”, en sus canciones y en otras piezas, y con unos textos que recrean sus vivencias, “El amor… Falla” es un acto de amor a don Manuel de Falla a través de su concepto de la vida, del arte y del propio amor.

 

 

SOBRE LA MÚSICA

En Manuel de Falla se unen – se escuchan – las raíces de la tierra, el amor por lo genuino y una elegancia exquisita. Esta mágica combinación le convirtió, muy rápidamente, en un compositor reconocido en todo el mundo y en el compositor español más universal. Se marchó de España con la amargura de un fracaso, sintiendo la nostalgia de un ambiente más favorable a su música. Viajó a París, capital del mundo cultural por entonces, donde pudo ver, disfrutar, aprender y crear con libertad y éxito, junto a la vanguardia artística y sus amigos Claude Debussy, Maurice Ravel y Paul Dukas, entre otros. Aquellos años le sirvieron para refinar su gusto: saber lo que quería y lo que no quería en su música. Pero mientras disfrutaba de la frenética vanguardia francesa, no dejaba de suspirar por su tierra. Por fin volvió a su tierra en 1914, donde comenzaría lo más granado de su producción. Solo dos años después Diaghilev, el empresario y visionario de los Ballets Rusos, le buscó para componer un ballet genuinamente español: El corregidor y la molinera, que después conoceríamos como El Sombrero de tres picos. Evitando toda la ostentación de los teatros de ópera, su música se centró en lo pequeño pero bueno, auténtico y conectado con la tierra. Este es el espíritu de el Amor Brujo, del Sombrero, de las Canciones Populares. Este es el espíritu de su España, convertido en joyas exóticas, únicas, llenas de un atractivo al que sucumben todas las audiencias.