LIBROS: ‘Historias de Gaza’ de Mikel Ayestaran, el latido de una tierra sitiada
Con Historias de Gaza, Mikel Ayestaran no entrega únicamente un libro; entrega un latido, un testimonio palpitante que se sitúa en el centro de una de las heridas abiertas más dolorosas de nuestro tiempo. Desde su primera página hasta la última, esta obra nos obliga a detenernos, a escuchar, a mirar de frente una realidad que demasiadas veces preferimos mantener en la periferia de nuestra conciencia.
Ayestaran, veterano corresponsal en Oriente Medio, se adentra en Gaza como quien cruza no solo una frontera física, sino un umbral moral y emocional. Su relato, cincelado con la precisión del reportero y la sensibilidad del narrador, es un viaje a la vida cotidiana en una prisión a cielo abierto, donde el pasado y el presente se entrelazan en una danza feroz e interminable.
La grandeza de Historias de Gaza reside en su capacidad de mezclar el análisis histórico riguroso —desde la ocupación egipcia de los tiempos de Tutmosis III hasta los últimos estallidos de violencia contemporánea— con la vivencia personal de quienes resisten cada día al borde del abismo. No hay en estas páginas estadísticas frías ni titulares espectaculares: hay personas. Hay vidas suspendidas en un equilibrio precario entre el horror y la esperanza.
El autor reconstruye con maestría el tejido humano de Gaza. Nos habla de Kayed, su compañero indispensable en cada incursión en la Franja, y de Amal, cuya lucha diaria por conseguir algo de pan y alimentar a su familia se convierte en un acto de resistencia silenciosa. Nos acerca a las historias de niños que juegan bajo la amenaza constante de los bombardeos, de madres que protegen con su cuerpo a sus hijos, de jóvenes que sueñan con un futuro que parece siempre al borde de la desaparición.
En un ejercicio de periodismo que rompe las barreras de la inmediatez, Ayestaran también se detiene en los efectos de la desinformación, la censura y la guerra de relatos. Su mirada no se conforma con narrar la superficie; se sumerge en las capas profundas de la memoria colectiva gazatí, en las secuelas invisibles que no suelen ocupar las portadas internacionales.
Especialmente conmovedora es la sección dedicada al Menú de Gaza, una serie que, a través de los platos improvisados de Amal, retrata el hambre como un arma de guerra y la dignidad como el ingrediente imprescindible para sobrevivir. Cada descripción de arroz cocido, cada historia de pan amasado con leña y lágrimas, es una denuncia poderosa y a la vez un acto de amor hacia quienes siguen resistiendo.
Pero Historias de Gaza no es solo un testimonio del sufrimiento. Es también una crónica del coraje. De la obstinación de un pueblo que, generación tras generación, se niega a ser borrado del mapa. De la infancia que, a pesar de la violencia, encuentra espacios para el fútbol, el kárate o la natación. De los periodistas locales que, con riesgo de su vida, siguen documentando lo que otros quieren silenciar.
Ayestaran no pretende fingir una neutralidad inexistente. A diferencia de tantos cronistas que escudan su indiferencia bajo el manto de la objetividad, él elige ser honesto. Nos dice claramente que su relato no es imparcial, pero sí veraz. Y desde esa sinceridad consigue transmitir la magnitud de la tragedia sin caer jamás en el morbo ni en el sensacionalismo.
Con una prosa depurada, directa y, por momentos, profundamente lírica, Historias de Gaza se inscribe en la mejor tradición del periodismo literario. Cada capítulo es una llamada de atención; cada nombre mencionado, una recuperación de la dignidad que la guerra intenta arrebatar.
Este libro es también una advertencia: Gaza no es una anomalía aislada, sino el espejo de una humanidad que ha aprendido a convivir con la injusticia, a justificar el sufrimiento ajeno en nombre de equilibrios políticos y de narrativas interesadas. Leerlo es reconocer esa complicidad silenciosa y decidir si seguimos ignorándola o si, al menos, nos atrevemos a nombrarla.
Historias de Gaza no ofrece soluciones fáciles ni finales felices. Termina como empieza: con la certeza amarga de que las historias de Gaza seguirán escribiéndose mientras existan seres humanos capaces de resistir, de recordar, de seguir soñando con un pedazo de cielo sin drones ni alambradas.
En tiempos donde la información se consume a la velocidad de un clic, esta obra invita a la pausa, a la reflexión profunda, a la empatía. Es un recordatorio urgente de que detrás de cada cifra hay una historia, un rostro, una vida que merece ser contada.
Con este libro, Mikel Ayestaran no solo da voz a Gaza: le devuelve su humanidad.