LIBROS: ‘El misterio del último Stradivarius’ Un viaje entre acordes, sangre y tiempo

La música no solo se escucha. A veces, también se arrastra como un espectro entre siglos, cargando historias que susurran desde la madera vieja y las cuerdas vibrantes. Así ocurre en El misterio del último Stradivarius, la nueva novela de Alejandro G. Roemmers, donde el violín más legendario de la historia —el último Stradivarius construido por Antonio Stradivari— se convierte en testigo silente de la belleza y la tragedia humana a lo largo de casi tres siglos.

Esta obra, publicada por Editorial Planeta, es un ejercicio literario ambicioso, con una arquitectura narrativa que alterna entre dos mundos: la fría escena de un doble asesinato en Paraguay, investigado por el comisario Tobosa, y la cálida reconstrucción histórica del periplo del violín desde la Italia barroca hasta los rincones más inesperados del planeta. En ese vaivén entre capítulos pares e impares, Roemmers propone un puente entre el thriller contemporáneo y la novela histórica, sin que una se imponga sobre la otra: ambas se enriquecen, se espejan y dialogan.

Lo primero que llama la atención es la solidez de la ambientación. La novela abre con una escena poderosa y cinematográfica: un crimen brutal en Areguá, una pequeña ciudad que se nos presenta como un paraíso bucólico a las afueras de Asunción. Roemmers describe con aguda precisión el contraste entre la belleza del entorno y la violencia de los hechos. La voz del comisario Tobosa, teñida de cansancio existencial y sarcasmo de clase media, es uno de los grandes aciertos del libro: un detective profundamente humano, capaz de admirar una porcelana con la misma intensidad con la que analiza un cadáver.

La investigación policial avanza al ritmo de la mejor serie negra, con escenas que oscilan entre lo grotesco y lo lírico. Pero lo que realmente convierte esta novela en una joya es la historia paralela del violín: un objeto de culto que ha pertenecido a nobles, artistas, fugitivos y músicos anónimos. Cada uno de esos dueños deja una huella en la madera, y Roemmers nos permite escucharla —casi literalmente— en forma de relatos breves, íntimos y profundamente emotivos. Hay algo de Mil y una noches en esta estructura coral, donde el violín es el hilo rojo que cose tiempos y geografías.

Pero El misterio del último Stradivarius también posee un matiz sobrenatural. El violín parece portar una suerte de maldición benéfica: protege a quien lo posee, o al menos así lo creen sus personajes. ¿Es magia? ¿O es la pura potencia de la música como talismán emocional? Roemmers no ofrece respuestas tajantes, sino que desliza una ambigüedad poética, sutil, que invita a la interpretación.

Desde el punto de vista estilístico, la novela brilla por su equilibrio entre acción y contemplación. La prosa de Roemmers, sin caer en excesos ornamentales, es elegante, detallista y emocionalmente eficaz. Sus diálogos fluyen con naturalidad, y el tempo narrativo —clave en toda novela de misterio— está perfectamente medido. No hay trampas argumentales ni finales caprichosos: el lector es respetado como un cómplice inteligente.

En un panorama editorial donde muchas novelas de misterio parecen fórmulas repetidas, Roemmers logra algo distinto: fusionar lo policial con lo espiritual, lo histórico con lo íntimo, y lo material con lo simbólico. El resultado es una novela que no solo entretiene, sino que deja eco.

«El misterio del último Stradivarius» no es solo una novela de intriga ni un simple homenaje a la música clásica: es una meditación sobre la belleza, la muerte y el legado. Alejandro G. Roemmers demuestra que, cuando la literatura se afina con precisión, puede vibrar tan profundamente como un violín construido hace más de tres siglos.