CRÍTICA: «Palabras encadenadas», un thriller endemoniado
Autor: Jordi Galcerán. Director: Juan Pedro Campoy. Intérpretes: Cristina Alcázar y Francisco Boira. Producción: CÍA LA RUTA. Fecha y horario: Miércoles 29 de Junio a las 22h en LA PENSIÓN DE LAS PULGAS, Madrid.
por Saladina Jota
LA RUTA CÍA., después de un periplo, que les ha llevado del Teatro Lara de Madrid a la Sala Cultural La Llotja de Elche y el Espai La Rambleta en Valencia, entre otros, aterrizó de nuevo en Madrid, esta vez en LA PENSIÓN DE LAS PULGAS, el pasado miércoles 8 de junio con «PALABRAS ENCADENADAS». Un Thriller endemoniadamente retorcido, gestado por el dramaturgo Jordi Galcerán –“Dakota“, “El método Grönholm“, “Burundanga” o “El crédito“– al inicio de su carrera. Galcerán es actualmente uno de los autores más reconocidos y representados. Sus historias ácidas y transgresoras, tanto en comedia como en drama o tragicomedia, son del gusto de profesionales y público, algo nada fácil de conseguir. Historias nacidas de su pluma para hacerse carne tanto en el teatro y como en el cine, sin prejuicios, sin complejos y sin despeinarse, que es como debe ser.
Dirgida por Juan Pedro Campoy e Interpretada por Cristina Alcázar y Francisco Boira, «PALABRAS ENCADENADAS», cuenta la historia de Ramón y Laura una pareja divorciada como otra cualquiera, ¿o no? Ya se sabe que los divorcios en la mayoría de los casos son «amistosos» y los contendientes se emplean a fondo para salir, «airosos», del campo de batalla. Un campo de batalla en el que cada uno tiene sus armas, pero claro, lo que tiene una contienda es que al final siempre hay un vencedor y un vencido. ¿O no? ¿O el final realmente sólo es el principio? Una historia de víctimas y verdugos en la que los giros inesperados descolocan al espectador y dejan al desnudo la imposibilidad de saber qué está pasando. La imposibilidad de salir del circulo vicioso de mentiras, medias verdades, impostaciones, perversiones y manipulaciones, de unos personajes tan detestables como patéticos, normales al fin y al cabo, ¿o, no?. Quién es quién o quién destrozo a quién, convirtiéndo su alma en un estercolero, es lo menos que se pregunta el espectador tras asisitir a este secuestro en toda regla.
Cristina Alcázar y Francisco Boira se enfrentan a dos personajes complejos, que no complicados, retorcidos y oscuros como cualquiera de sus vecinos y vecinas. Es público y notorio que la máscara amable que sale a la calle, a veces, no tiene nada que ver con el rostro que desnuda su gesto al llegar al «hogar». Ya saben que los psicópatas siempre son definidos por sus vecinos como gente muy «normal», prudente, nada ruidosa y educada.
De los actores y la función los espectadores han dicho cosas como: «Me sorprendió gratamente. Es muy impactante y llega un momento en el que no sabes quién es el culpable de lo que está pasando o incluso qué es lo que está pasando. Muy interesante», «me encanto… me parecio genial la obra.. entre drama, comedia y la actuacion espectacular… felicitaciones!»
Y todo por culpa de un juego, un juego tan inocente como las «PALABRAS ENCADENADAS». ¿Lo conocen y les gustaría rememorarlo? ¿O no lo conocen y les gustaría saber? Nada mejor que ir, ver y descubrir por uno mismo lo que se esconde detrás de la puerta. La decisión es suya, sólo tienen que encerrarse con los personajes en un oscuro sótano durante un tiempo relativo, satisfacer su deseo de saber, y luego irse de copas para digerir y debatir sobre lo que han visto y oído y lo que no han visto ni oído.
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