CRÍTICA: Pulso de talentos en ‘Palabras Encadenadas’

 

Palabras encadenadas, escrita por Jordi Galcerán y dirigida por Domingo Cruz con Beatriz Rico y David Gutiérrez, un thriller que se representa en estos días en el Teatro Bellas Artes de Madrid.

Una obra sobre la mente, sobre dos personas muy inteligentes que son capaces de manipular sus palabras -‘encadenadas’ si nos ponemos a jugar- hasta el punto de hacer entender lo que están buscando por motivos diferentes, tál vez por supervivencia, un juego estratega en dos direcciones que convierten una habitación en un auténtico tablero de ajedrez.

Producida por Lucas Espinar y Antonio Espinar, Isabel Moreno como ayudante de dirección. Con una fantástica, sencilla y resolutiva escenografía llevada a cabo por Diego Parejo y Javier Parejo (Talleres El Molino), junto con la iluminación de Fran Cordero, con un diseño de espacio escénico y vestuario de Domingo Cruz y Diego Ramosse, diseño de espacio sonoro por Álvaro Rodríguez Barroso crea un espacio auténtico, real, quizá lo único de lo que podemos estar seguros. Cada pieza, por pequeña que sea, parece encajar a la perfección en este montaje que mantiene al 100% y en todo momento la esencia de un buen thriller. 90 minutos de pensamientos frenéticos que podemos intuir en los personajes pero que por supuesto se trasladan también a nuestras cabezas. Una obra que, sin unos actores soberbios y maravillosos, sería totalmente imposible, y que además, respaldados por una dirección de lujo, crean una obra de arte como hacía tiempo que no descubríamos.

Beatriz Rico y David Gutiérrez nos demuestran durante 90 minutos sobre el escenario, una interpretación brutalmente perfecta, complicada, tensa y al detalle con unos personajes que exigen un trabajo minucioso, que sin duda cumplen a la perfección.

 

Palabras encadenadas es, si se quiere leer así, la historia de un psicópata y su(s) crímen(es), ¿han existido realmente, han sido «ensayos» para el único crimen que deseaba perpetrar, forman parte sólo de una macabra broma? Pero desvela también la imposibilidad de marcar límites entre la locura y cordura, entre verdugo y víctima. Sabiamente Galcerán construye la pieza de forma milimétrica, graduando la información que nos permite el desvelamiento de las verdaderas relaciones que unen a los personajes. Paso a paso, la historia se hace más compleja y el afloramiento de cada nueva verdad sigue un cuestionamiento, de modo que se genera una nueva incertidumbre. Lo que hubiera podido ser una simple propuesta moral, todo lo emocionante que se quiera, pero lastrada por una clara toma de partido, que nos hubiera impedido a simpatizar directamente con la víctima y sentir repugnancia por el verdugo, queda convertido en un ambiguo interrogante sobre la condición humana, gracias a un hábil escamoteo, que no es otra cosa que la muestra de que ser un torturador y no torturado sólo depende de tener el poder de elegir el papel y contar con los recursos necesarios para representarlo con éxito.

 

Hoy en día, con la cantidad de opciones teatrales que inundan la cartelera madrileña, nos resulta algo más complicado sorprendernos con algo nuevo e inesperado, pero sin lugar a dudas, Palabras Encadenadas es esa excepción que nos ha dejado maravillados, por su calidad, por el riesgo que supone apostar por un proyecto complicado dramatúrgicamente hablando, y por la perfecta elección de cada uno de sus componentes. Una obra de la que esperamos seguir oyendo mucho tiempo y que se convierte en obligatoria para todo aquel que disfrute de aquello que le haga pensar y disfrutar a partes iguales -y sufrir un poquito-.

 

 

Datos de interés

  • Lugar: Teatro Bellas Artes (C. del Marqués de Casa Riera, 2, 28014 Madrid)
  • Fechas: Del 27 de julio al 4 de septiembre de 2022
  • Horarios: Miércoles a viernes a las 20:00h; Sábados 19:00h y 21:30h; Domingos y festivos a las 19:00h
  • Venta de entradas: Web y taquilla